Las delicias de volver a casa en invierno

Llego a mi casa en Copenhague después de un mes. Como siempre, la vuelta está llena de sorpresas.

Primero, le habíamos dejado las llaves al hermano de K para que viniera a dar de comer a los peces. Entramos por la puerta y lo primero que veo es que el acuario está lleno de algas y tiene una invasión de burbujas de aire... no sé ve casi nada. Directamente me pongo a limpiarlo y compruebo, con alivio, que los peces siguen todos vivos. Lo demás, todavía no lo sé.

Miro a mi alrededor y lo siguiente que veo es el desorden en mi cama. Sobre esto ya hablo en otra entrada, así que sigo con otras cosas...

La calefacción está apagada y fuera hace 3 grados bajo cero, así que, aunque la encendemos, estamos los dos en forro polar vaciando la maleta y ordenando las cosas.

Cuando por fin acabamos de vaciar todo, decidimos que es hora de cenar algo y tenemos la nevera vacía. Pensamos en arroz con atún y cuando miramos resulta que tampoco hay ni basmati ni atún. Acabamos cenando una lata de sardinas con un poco de arroz integral que quedaba.

Intento encender el ordenador y algo le pasa a la conexión que no consigo que se encienda, me lleva un buen rato.

Decidimos que es tarde después del largo trayecto y nos vamos a la cama a dormir. Pero hace un frío que pela y nos tenemos que poner varias capas.

Pues eso, volver a casa después de unas vacaciones resulta delicioso.