Montar en un autobús en invierno en Dinamarca

En general en cualquier lugar del mundo es un asco montar en el transporte público, especialmente cuando está lleno de gente hasta los botes y vas como las sardinas en lata. Sin embargo, en invierno es ya es completamente insoportable. Lo peor es que es el momento en el que más lo necesitas, porque darte un paseíto de 2 horas hasta el sitio al que tienes que ir con estas temperaturas pues no da muchas ganas.

¿Que por qué digo que es un asco? Pues por esa bella costumbre danesa que se llama no poder sonarse los mocos en un sitio público. Esa y su hermana gemela que se llama al toser no hay que taparse la boca.

En Dinamarca está mal visto coger un pañuelo y sonarse los mocos. Lo adecuado es ir a un rincón menos visible o al baño o a otra habitación y sonarse allí. Y uno piensa que bueno, eso no está mal, hasta que descubre su filo oculto: como no me puedo sonar aquí, pues no me sueno, y voy absorbiéndome los mocos hasta que llegue a un sitio en el que pueda. Vamos, un asquito y un concierto constante de mocos para arriba y para abajo en un lugar público si hay mucha gente. Y en invierno con esta temperatura, todo el mundo va con los mocos en la punta de la nariz.

Luego, siguiendo esa tradición cultural que dice que no hay que preocuparse por el prójimo en demasía, aquí si tienes que toser, toses y ya. Eso de taparse la boca o girar la cara no es muy habitual. Algunos considerados lo hacen, sí, pero la mayoría simplemente pasa.

Conclusión, toda Dinamarca está con catarro durante todo el invierno. En cuanto te metes en un lugar apretado y con mucha gente estás condenado.