A los hombres les da igual que las putas a las que se tiran por dos duros sean mujeres traficadas y obligadas a ello. Esto, que para mí es una evidencia, en esta sociedad hipócrita parece una novedad que incluso despierta controversias y escándalo.
Explico el asunto. Resulta que un político danés de uno de los partidos de izquierda (SF), Kamal Qureshi, y una ONG llamada Safe and Alive para marcar el Día Internacional de la Mujer decidieron poner a prueba a los hombres daneses. Publicaron un anuncio falso en la sección de contactos de uno de los dos periódicos de escándalos. En un par de días recibieron varias llamadas, 14 para ser exactos, de clientes interesados en tener sexo con las mujeres negras que se vendían en este anuncio. En las conversaciones el que se hace pasar por el chulo explica que las mujeres son traficadas contra su voluntad y que por eso son tan baratas. La mitad de los hombres que llamaron dijeron que no les importaba y que deseaban comprar el servicio sexual aun así.
Esto ha creado escándalo porque por una vez se ha demostrado con grabaciones que los hombres, incluso sabiendo las condiciones de las mujeres, deciden comprar sus servicios. Sin embargo, sinceramente, ¿quién pensaba que era de otra forma antes? Quiero decir, todo el mundo sabe que las mujeres que vienen a Dinamarca de países del tercer mundo o de Europa del Este y que trabajan como prostitutas en burdeles y en la calle lo hacen porque son obligadas. Ya hemos visto varios documentales que nos cuentan desde las condiciones de las tailandesas encerradas durante meses hasta como los abogados respetables participan para conseguir que los chulos no paguen impuestos. Hemos leído incontables artículos en los periódicos que nos describen más que detalladamente que la mayoría de las prostitutas que trabajan en Dinamarca son extranjeras y que de ellas la mayor parte son traficadas que no esperaban tener que trabajar vendiendo sexo. Hemos visto campañas de diversas ONG, de partidos políticos, incluso de las propias asociaciones de prostitutas explicando que la enorme mayoría de esas mujeres son víctimas del tráfico humano. Y cada día cualquier persona normal que viva en Dinamarca puede al caminar por la calle ver los burdeles abiertos 24 horas para que los clientes entren, pero de los que nunca salen las mujeres que trabajan. Yo misma he visto varias veces como al salir la persona que me imagino es propietaria o proxeneta cierra la puerta con llave desde fuera mientras dentro quedan personas que hablan a través de la puerta.
¿Y aun así la sociedad tiene la fantasía de que si los hombres saben que estas mujeres no quieren ser prostitutas no desearan comprar sus servicios? Por favor... Casi suena a mofa.
De buenas a primeras digo yo que el hombre que compra sexo de una prostituta está claro que en ningún momento se interesa por la mujer con la que tiene sexo. Ni por ella, ni por sus circunstancias, ni por nada. Lo único que quiere es un polvo barato. Y punto. Si la mujer sufre, cosa de ella. Si la mujer no disfruta, qué más da. Si la mujer es obligada, para bastantes casi mejor. Si la mujer llora mientras tanto, cosa suya. Si la mujer está llena de signos de haber sido víctima de violencia, todavía una invitación más a ser él mismo más violento. Si la mujer puede ser humillada, más excitante. Si la mujer es engañada para hacer algo que no está en el acuerdo, eso que el hombre consigue gratis...
Por favor, menos hipocresía. Está más que claro que un hombre que busca a una puta en uno de esos sótanos lúgubres que abundan por toda la ciudad no tiene ninguna empatía con las mujeres que trabajan en ellos. Y está claro que todos saben que existe un enorme riesgo de que esas mujeres estén allí en contra de su voluntad. Sencillamente les da igual.
Hay que ser muy hipócrita si se piensa que los hombres que buscan sexo en una prostituta se preocupan de sus circunstancias. Aunque todavía hay y siempre habrán hombres que defienden lo contrario porque claro son hombres y cuando la necesidad aprieta cualquier cosa les vale. No digo que sean todos pero si que hay unos cuantos sueltos por ahí y teniendo en cuenta la cantidad de dinero que mueve este negocio deben ser muchos. Y no lo digo yo, lo dicen los datos económicos.
ResponderEliminarBuen artículo, un saludo,
Se puede decir más alto pero no más claro.
ResponderEliminarQué triste y que ascazo de estos hombres, espero que en su interior se den cuenta de lo miserable que son al aprovecharse de estas pobres mujeres.
Muchas veces me pregunto por qué la policía no hace controles en todos los prostíbulos, se acabaría con la explotación sexual en gran medida.
AlSur
Es una reflexión excelente sobre la prostitución. En realidad es algo genérico, a nadie le importa si los tomates que ha comprado los ha cultivado un senegalés sin papeles en régimen de "esclavitud" o si la ropa que compras la han confeccionado chinos en condiciones infrahumanas. La gente se ha acostumbrado a pagar por un servicio y nada más.
ResponderEliminarSalu2
Esta claro que tienes toda la razón del mundo. Pero en el título del post podrías haber sido más explicita, por ejemplo.. "Hay hombres a los que le da exáctamente igual". Es sólo mi opinión. un beso
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo con tu entrada
ResponderEliminarYo creo que se podría decir que "el hombre que paga por los servicios de una mujer, además, a sabiendas que está obligada, está pagando por violar a una mujer". En realidad, nada ha cambiado en este mundo.
ResponderEliminarHay prostitutas danesas que dicen otra cosa, desde luego.
ResponderEliminarEsta, por ejemplo:
http://luder.smartlog.dk
Trafficking es obviamente una mierda y un crimen contra las afectadas, pero también hay muchas prostitutas que no son traficadas y que lo son por su propia voluntad.
También hay personas que son traficadas y obligadas a trabajar limpando suelos (es verdad, lo hay). No por eso solemos condenar a todo aquel que contrata asistentas de limpieza ...
Es fácil moverse a escándalo, pero en esa trampa tendida por un periodista que finalmente lo que busca es vender su noticia, no necesariamente terminar con un comercio injusto, incurre en insidia.
ResponderEliminarMuy pocos, -por no decir nadie- podrían jactarse de no caer de patas en una trampa urdida con insidia.
El título de la entrada no me parece pues del todo preciso, Lille... Debiera llamarse «a los puteros no les importa lo suficiente», igual que a quienes tomamos café nos da igual la vida de Juan Valdés y su familia, a quienes usamos teléfono móvil o pantalla plana no nos importa lo suficiente la vida de los niños mineros de coltán en el congo o a quienes hacemos la compra en el supermercado no nos importa lo suficiente las condiciones laborales del personal del establecimiento... No lo suficiente como para que nos resistamos a una oferta de aquello que necesitamos y por lo que estamos dispuestos a pagar el menor precio posible.
No me parecen tan graves esas catorce llamadas como el hecho en sí de que un periodista, por el hecho de poder mover a escándalo fácilmente a una audiencia bastante reprimidita y demasiado fácilmente untrajable, haga de una trampa una noticia para -no nos olvidemos- vender espacio publicitario, que es a lo que se dedican los periódicos y los grupos multimedia últimamente.
Abrazos boreales (por fin llega la primavera... ¡rediós, que harto estoy de ver nieeeeeveeeee!
De la falta de referencias en tu post, se desprende que criminalizas la prostitución per se. Lo mismo de los comentarios. No toda la prostitución está basada en la explotación. Y si las cosas fueran como deberían ser, podría haber el mismo porcentaje de explotación que en cualquier otra profesión.
ResponderEliminarAl igual que los hombres que solicitan servicios de prostitutas sabiendo que están siendo explotadas son unos cabrones, me resultan igual de deleznables las mujeres que criminalizan la prostitución por sí misma, con fórmulas facilonas sobre la capacidad de seducción de sus usuarios. Porque lo que a estas mujeres les molesta es simple y llanamente una competencia que ellas juzgan desleal, pero no tienen ni nunca tendrán cojones para decirlo. La existencia de la prostitución rebaja el poder coercitivo que pueden ejercer sobre los hombres a través de la concesión y negación del sexo, al existir una alternativa mucho más sencilla y honesta para aquellos que conocen de qué va el 99% de los sobrevalorados rituales de seducción. En cuanto a la regulación de la profesión, supondría simplemente una debacle para su estilo de vida.