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07 junio 2010

Los pies fríos y lo que hay entre las orejas caliente

Cambio de planes. Otro sofá más amplio y tan público que hasta nos han salido admiradores. Ahora volviendo a casa solo puedo alegrarme de que hoy nos hayamos visto así. ¡Todavía estaba en tu casa a la hora a la que se supone que yo tendría que ir! Hubiera sido un poco cómico no haber cambiado los planes y que hubiera aparecido allí con él en tu cama, ¿no crees? Cómico e incómodo.

He entendido lo que quieres. Sexo sin compromiso. Sexo que te atrae y que no te da miedo porque cada una tenemos nuestras historias por separado. Sexo caliente con el corazón abierto pero frío. Sexo libre. Y está bien, pero mis pies se enfrían ante un corazón frío. Yo tengo que sentir que si es conmigo es por algún motivo especial. Por mucho que tu interés me halague y me caliente lo que tengo entre las orejas... o entre otras extremidades... 

Mi amiga, sexo conmigo no significa que te tengas que enamorar de mí. Al menos no necesariamente. El futuro es impredecible. Tampoco sé si yo lo haría. Pero sí que sientas algo fuerte, una atracción y un interés que te tengan expectante, anhelante. Con ilusión, ansia, desazón, impaciencia. Igual que me siento yo tras mis visitas a tu sofá. Mientras no note eso seguiré teniendo los pies fríos, aunque me ahogue en deseo.

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