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10 agosto 2011

Escuchando el otro lado

En esta entrada hablaba sobre la conversación con una amiga y su homofobia internalizada. Para mí fue al mismo tiempo surrealista, agobiante y esperanzador tener esa conversación en este momento de mi vida. Me explico.

A medida que mi amiga me fue hablando de sus dudas, más y más fue creciendo en mi la sensación de estar escuchando el otro lado de la historia que estoy viviendo ahora yo misma. Me sentía como si tú me estuvieras contando tu parte de forma clara, sincera, abierta. Eso que yo siempre he pedido. Como si de repente me hubieran abierto las puertas a ese otro lado al que no me quieres dar acceso en lugar de dejarme aquí sin entender bien qué es lo que te pasa. Mi amiga, bisexual declarada, sin duda ha llegado mucho más lejos en su proceso mental que tú. Ha tenido cinco años para acostumbrarse a la idea. Ha experimentado el sexo con mujeres. Ha tenido relaciones no importantes con ellas. Ha aprendido poco a poco a lidiar con sus miedos más claros. Y sin embargo, después de todo este tiempo, a la hora de establecer una relación significativa con alguien con quien siente de forma intensa, se tambalea. Le falla el fundamento y su seguridad desaparece en una nube de miedos sobre la verdad de sus sentimientos, la realidad de su deseo, la intensidad de su atracción y su capacidad de acción.

Tú, sin embargo, no has tenido toda esa preparación. Una cosa es tener un par de amigos LGBT+ y otra cosa serlo tú misma. Una cosa es aceptar de forma racional otras formas de vida en los demás y otra quererlas para tu propia vida. Una cosa es ir diciendo, e incluso pensarlo, que se es bisexual en teoría, y otra cosa diferente es ser capaz de verte a ti misma con una persona que no es hombre. Tanto en el plano sexual como en el emocional como en el romántico. Una cosa es decir que eres bisexual en tus conversaciones privadas y otra querer que se te conozca como la amante o la pareja de una mujer o una persona transgénero. Una cosa es visitar el ambiente LGBT+ y otra sentir que formas parte de él.

Y sin embargo, todo esto no evita que en realidad sí que seas tú misma una persona LGBT+, sí que sientas que tu propia vida tiene que incluir elementos no cisheterosexuales, sí que desees algo en la práctica con una persona que no es un hombre y por eso lo busques, sí que sientas algo sexual, emocional y romántico por otra mujer por mucho que te confunda, y sí que seas parte el ambiente LGBT+, aunque lo seas en el armario. En tu propio armario. En un armario al que te has acostumbrado tanto que no solo no ves la puerta, sino que no reconoces las paredes ni su estructura.

Mi amiga se sintió mejor después de hablar de todas sus comeduras de cabeza. Pero sobre todo llegó a la conclusión de que lo que le sucede es un proceso habitual por el que tiene que pasar hasta que se acepte como es. Como no dejó de repetirse, lo suyo es una cuestión de acostumbrarse a verse a sí misma en un rol que no había imaginado para ella misma.

Hablar de tus miedos y dudas de forma clara te haría bien. Estoy segura. Escuchar a tu cuerpo y reconocer la lucha interna por la que estás pasando, aceptarla y seguir adelante poco a poco para acostumbrarte a lo que vas viviendo es en mi opinión la mejor forma de combatir tu propia homofobia internalizada y con ello hacer algo con tus sentimientos y deseos no heterosexuales.

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