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24 diciembre 2011

Una hora libre

Estoy a unos minutos de tu casa. El trabajo hoy me ha llevado allí. He terminado pronto y tengo algo más de una hora libre antes de tener que ir a la conferencia que empieza a las 15. Si tuviéramos una relación más cercana, te daría un toque al móvil para preguntarte si estás allí y sola, y si puedo pasar para tomarme unos minutos de pausa en tu cocina o entre tus brazos en tu sofá. Pero no tenemos esa confianza ni esa cercanía... por muchos minutos que hayamos pasado en abrazos y sofás. Y aunque paso casi por la puerta, como tú lo haces por la mía de vez en cuando al andar por mi barrio, no te contacto. Me voy a la universidad y me siento a leer en una silla dura y una clase vacía a esperar durante una hora a que empiece esa charla. Y mientras lo hago, me lamento como cada vez que sucede algo similar, porque esto no es lo que yo quiero en mi vida y en mi forma de relacionarme contigo. Quiero poder tener la libertad de sentir que puedo llamar y que eso no es un problema, al contrario. Quiero poder saber que tienes la libertad de decir que no si no te apetece o si estás ocupada, y que sepas que no es un problema. Quiero que cuando pasas a unos metros de mi casa sientas que puedes llamar al telefonillo y yo pueda decirte sube o ahora no. Y quiero no irme cabizbaja y triste porque no tenemos confianza suficiente para cosas que a mí me parecen indispensables.

2 comentarios:

  1. Exactamente así me siento yo muchas veces. Es triste y da rabia.

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  2. Sí, tristeza y rabia, dos sentimientos que comparto en esa situación sin duda.

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