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20 julio 2012

Tu cuerpo también es precioso

Me estás contando sobre une amigue común, una persona con la que has tenido sexo y con la que yo en su momento y con su propuesta sobre la mesa no quise tenerlo aunque ahora hubiera deseado haber dicho que sí. Comentas sobre su cuerpo. Que es precioso. Babeas y te miro con una sonrisa pensando que tienes razón. Te detienes unos instantes, me miras, y me dices con un tono muy serio que mi cuerpo también es precioso. Después continuamos hablando de nuestre amigue. Pero el detalle no se me escapa. En nuestra forma de relacionarnos también caemos en esas trampas quasi-monógamas. ¿Por qué necesitas reafirmar mi belleza y tu interés en mí por hablar de otra persona? ¿Por qué nos preocupamos ambes, aunque sea mínimamente, de la reacción que nos provocan nuestros deseos e intereses por otras personas al ser mencionados delante dele otre? 

Gracias, ya sé que te gusta mi cuerpo. Y a mí el tuyo. Y el de nuestre amigue. Y a ti también. Y eso está muy bien. Tal vez un trío...

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