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22 marzo 2011

Apoyamos a los malos

Creo que en nuestra sociedad cristiana tenemos una tendencia a creer que las personas son buenas per se y que de forma automática se identifican con los que sufren y necesitan ayuda, con los que están en desventaja, además de con los que realizan acciones que se consideran positivas, no perjudiciales, vamos, buenas. Así se da por hecho que un espectador siempre se identifica con el bueno de la película. Que un niño juega a ser el bueno del grupo, el héroe y no el villano. Que un lector comprende mejor los motivos del personaje bueno y desea que el bien triunfe al final. Y así un largo etcétera. 

Por lo general esto no me suele pasar a mí, como escribo en otra entrada: los personajes malos son los que suelen hacer las historias entretenidas en mi opinión.


Viendo documentales de fauna y observando a la gente me he dado cuenta de que en realidad mi reacción es mucho más habitual de lo que se quiere admitir. Al ver un documental sobre un guepardo corriendo tras una gacela, la mayoría quiere ver sangre. Si hay un cocodrilo sumergido junta a la orilla del río en el que beben los ñus, lo que están esperando con expectación es ver como el indefenso ñu acaba entre las mandíbulas del reptil. Si la cámara sigue a un tiburón, lo que deseamos es ver cómo se lanza con toda su brutalidad sobre el león marino. El oso tiene que despedazar al salmón. Nadie quiere ver un documental en el que los predadores pierden o son tan apáticos que no atacan.

Digo yo que los humanos somos predadores, no está en nuestro cerebro sentir empatía con la presa.

1 comentario:

  1. Uff, a lo mejor soy extremadamente sensible o yo que sé, pero yo lo paso mal viendo según qué documentales, en el ejemplo de la gacela y el guepardo yo siempre "voy" con la gacela, jaja. Y recuerdo haber visto algunos de osos y focas y si el que está en peligro es un osezno no puedo evitar incluso escandalizarme pensando que lo han estado grabando ahí, sin hacer nada, lo mismo con las foquitas...

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