22 noviembre 2011

Lo que no me gusta de esas 10 reglas poliamorosas

Ayer publiqué una lista con unas reglas sobre como vivir de forma poliamorosa y tener relaciones que funcionen. Lo cierto es que me dio un poco de vergüenza sacarla a la luz, porque ya no veo el mundo así. Pero pensando que mucha gente sí se identifica con ese término, y que si tengo que elegir lo prefiero a la monogamia forzada por la sociedad hipócrita, al final me decidí a publicarlo. Pero no puedo dejar de escribir ahora cuáles son los problemas que veo en semejante lista.

Como explico aquí, hay muchos motivos por los que no me considero poli, y es curioso pero algunos de ellos están presentes en mi propia lista. En realidad no tengo nada en contra de los títulos de la mayoría de los 10 puntos. En mis relaciones busco comunicación, sinceridad, seguridad física y mental, pretendo cuidarme a mí y a los demás, establezco pequeños (y grandes) acuerdos, me intereso por los demás y por mí, creo en lo que hago y soy capaz de estar sola. Del último punto sin embargo ni siquiera me vale el título, porque no quiero una relación poliamorosa y no tengo claro tampoco lo que espero de cada relación por adelantado. El mayor problema con mi lista está en los presupuestos que hay tras todos esos puntos, las explicaciones que siguen, lo que hay de base ideológica en ellos.

Me explico. Tal como está escrito, parece que la única forma posible de tener una relación es con comunicación, sinceridad, seguridad, interés, planes y acuerdos. Y desde luego que no es así. Con cada persona la relación es diferente. No en todas las relaciones hace falta comunicarse o ser sincero. No en todas las relaciones hace falta sentir seguridad o interés por conocer a la otra persona. No todas las personas en una relación tienen que saber estar solas para poder tener algo con alguien. No todas las relaciones cumplen los acuerdos establecidos. No todo el mundo es capaz de vivir abiertamente y sin esconder todas sus relaciones.

En el modo en el que está expuesto, hay mil y un requisitos para poder establecer una relación con alguien. Y eso me desagrada. Yo creo que los requisitos por adelantado deberían ser solo uno: ser capaz de negociar el tipo de relación que se desea tener en ese momento concreto. Todo lo demás se acuerda entonces. Si no se quiere sinceridad, seguridad, comunicación o lo que sea, no se tiene y ya está. No todo el mundo tiene las mismas necesidades en general ni con todo el mundo se tienen los mismos deseos.

Por otra parte también hay otro presupuesto en esa lista que ahora aborrezco. Se trata de esa idea de distinguir con claridad la gente con la que se tiene relaciones amorosas y/o sexuales de los demás. Lo cierto es que no sé ni por qué escribía así entonces, porque yo nunca lo he visto así, tampoco en ese momento. Pero a veces es tan difícil liberarse de las normas de la sociedad y decir claramente algo diferente...

No obstante, lo que más me desagrada es todo eso sobre las obligaciones establecidas para las todas personas con las que estás en relación. ¿Por qué tendría una persona no implicada en la relación que tener derechos u opiniones sobre las demás relaciones? Esto justamente es la mayor clave de mi desencanto con el poliamor.

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10 comentarios:

  1. Me siento más identificada con esta entrada que con la del poliamor. No obstante, sigue pareciéndome difícil establecer relaciones estrechas con varias personas a la vez sin que surjan conflictos de intereses entre las diferentes partes.

    Entiendo perfectamente tu forma de razonar, es la más lógica. Y también considero que la monogamia es una construcción social que provoca sufrimiento, porque obliga a esconder los sentimientos y reprimir los instintos naturales.
    Pero, ¿cómo no establecer jerarquías o, mejor dicho, preferencias en nuestras relaciones? En la vida real, la intensidad de mis sentimientos varía en función de la persona y, normalmente, me apetece pasar más tiempo con alguien en concreto, con quien soy más compatible, y que adquiere una mayor relevancia en mi cabeza.
    Además, no puedo evitar desear ser alguien importante para una persona que es importante para mí. Es más, aunque me considero independiente y poco celosa o posesiva, en el fondo prefería ser la “favorita” de mi “favorit@” de ese momento. ¿Cómo puedo cambiar estos sentimientos tan arraigados? Podría disimularlos o reprimirlos, pero no estaría siendo sincera.

    Quizá, si nos hubieran educado para ser felices simplemente cuando los otr@s son felices, sin esperar recibir nada a cambio… Amar sin ser amada del mismo modo, sin expectativas… Pero esto, a día de hoy en mi vida, me parece una utopía.

    Por último, sólo quiero decirte que me encanta que concedas la misma importancia a relaciones de amor/amistad donde no hay sexo que a relaciones de amor/amistad donde sí lo hay. Esto es lo más parecido a lo que siento en mi vida diaria. Yo siempre lo he calificado como “amor platónico”, no sé si acertadamente.

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  2. Establecer prioridades no es lo mismo que establecer jerarquías. Puedo dar prioridad a pasar mi tiempo con una persona, a tener sexo con otra diferente, a contarle mis cosas a una tercera y a crear una familia con una cuarta. La vida tiene muchas facetas y se pueden compartir de forma diferente con las diversas personas.

    Por otra parte, establecer prioridades no es necesariamente algo que tenga que situar a las personas en una escala de poder. Y tampoco es algo que sea para mí malo o algo que tenga que ser constante. Tal vez hoy siento que quiero darte prioridad a ti y mañana a Pepita.

    A mí no me apetece siempre pasar más tiempo con la persona con la que soy más compatible. Ni tampoco con la que tengo el mejor sexo. O con la que hablo mejor. O con la que me siento más en calma. Si se desea, habitualmente se puede encontrar tiempo para todo. Solo es cuestión de distribuirlo de la forma posible que más le apetece a los implicados.

    Que alguien adquiera más relevancia en tu cabeza no me parece que sea lo mismo que considerar a esa persona la más importante o la que está por encima o en lo alto de la jerarquía. Obsesión y amor por ejemplo son dos cosas diferentes. Se puede pensar constantemente en alguien y amar con muchísima mayor intensidad a otra persona diferente.

    El problema está para mí precisamente en eso de pensar en favoritos... Piénsalo en este otro ejemplo: deseas ser la favorita de tus padres y tus hermanos si los tienes y crees en la familia y sientes amor por todos o algunos de ellos?

    La forma en la que te hayan educado no implica que tú tengas que creer en esas reglas ;-) Ser feliz cuando los otros son felices no es una utopía. Seguramente ya lo vives. Por ejemplo, no te alegras cuando tu amigo o amiga se enamora y se ve que está flotando, aunque eso en la práctica suponga veros menos veces al mes?

    Ese término del amor platónico lleva asociadas ideas que no me gustan, pero entiendo por qué lo quieres utilizar en esta explicación.

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  3. ¿Por qué no te gusta el término "amor platónico"?

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  4. Puf, eso también casi es para una entrada... Pero básicamente lleva asociadas connotaciones sobre la importancia del sexo en una relación amorosa, y la diferencia entre algo que se considera "amor de amigo" con eso otro que es "amor de amante o enamorado" o como desees llamarlo. Y la diferencia entre "amor puro" y "amor erótico" como si el eroticismo fuera algo negativo, algo impuro y algo menos aceptable. Y eso por no meterme ya en temas de género, machismo, heteronormatividad e incluso religiosidad y espiritualidad...

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  5. Bueno, esa es tu forma de entender el amor platónico, no la mía.

    Ya tienes otro tema para escribir en el blog, si te apetece. :-p

    Besos.

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  6. Tal vez. A ver si tengo tiempo para todo lo que quiero... Besos.

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  7. De acuerdo, establecer prioridades no es lo mismo que jerarquizar y, por supuesto, no implica situar a las personas en una escala de poder. No pretendía decir esto, sólo quería reflejar que si hoy le doy prioridad a Pepita (aunque mañana se la dé a Fulanit@), me encantaría que ella también me la concediera a mí, a ser posible. Y si no es así, lo acepto y lo respeto, pero ello no implica que no me duela en el fondo, aunque pueda controlar el hecho de no mostrar mi dolor.

    Tampoco quería dar la sensación de que necesito relacionarme siempre con la misma persona. Está claro que, en mi vida cotidiana, establezco varias relaciones con diferentes personas, todas ellas importantes.

    Soy consciente de que obsesionarse con alguien no significa amarl@. Aun así, no puedo evitar pensar reiteradamente en una persona cuando me gusta mucho y desear pasar tiempo con ella/él, sin perjuicio de que también pueda pasar buenos ratos con otras personas. En cualquier caso, reconozco que mi carácter es un tanto obsesivo en diferentes ámbitos. Por ejemplo, si me intereso por un tema en concreto (judaísmo, alucinógenos, bisexualidad, etc.), éste ocupa completamente mi cabeza durante un tiempo, hasta que se me pasa. De todas formas, no llego a este grado de obsesión con las personas… Salvo excepciones, no me suelen gustar mucho. :-p

    En cuanto al concepto de “favorit@”, ¿qué te puedo decir? Se me ha visto un poco el plumero: inconscientemente he establecido jerarquías :-). En realidad, no deseo en absoluto ser la preferida de mis padres o de mis amigos en general, pero sí espero ser “prioritaria” para mi pareja o mi mejor amigo. Este hecho no implica que no me alegre cuando él se enamora, aunque eso signifique que me va a conceder menos tiempo, porque sigo siendo importante en su vida; ni tampoco implica que no pueda concebir que mi pareja se enamore de otras personas (que lo hace), porque, al fin y al cabo, elige estar conmigo. En definitiva, simplemente deseo que mis sentimientos sean correspondidos con la misma o parecida intensidad y entrega, sin importar tanto el tiempo de dedicación.

    Supongo que mi forma de ver las relaciones choca un poco con tu forma de verlas. En realidad, todo lo que expones me parece muy razonable y hace que me replantee mi visión de las cosas, pero llevar a la práctica ciertas cuestiones me resulta complicado, por muy lógicas que sean a nivel teórico. A veces, los sentimientos más profundos son difíciles de manejar.

    Por último, también pienso que justificarse en la educación para no hacer el esfuerzo de cambiar las reglas del juego es la vía más cómoda, pero el peso de la educación es tal que, a veces, no sé qué parte de mí es realmente mía, de mi carácter innato, y qué parte de mí se debe a la educación que he recibido.

    Del platonismo hablaremos en otra ocasión, si surge.

    Besos.

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  8. Ahí le has dado. El problema está justo en eso del concepto de favorito/a. Por eso quieres que la persona te dé prioridad a ti si tú se la das a ella.

    Una cosa que dices me sorprende. Por qué habría que esconder el dolor si se siente?

    Mi carácter también es bastante obsesivo de esa forma que tú lo describes sobre los temas, así que te entiendo perfectamente. Y al mismo tiempo nada en absoluto. Porque obsesionarme con alguien y desear pasar mucho tiempo a su lado no es lo mismo que sentir dolor por no ser la persona favorita. O buscar esa jerarquía.

    Por qué tienen tus sentimientos que ser correspondidos con la misma o parecida intensidad para que te sientas bien? Y cómo puedes medir intensidades? Sobre esto escribía aquí: http://lilleskvat.blogspot.com/2011/09/amor-sin-jerarquias.html
    .

    Por qué crees que hay alguna parte realmente tuya, algo innato, en lo que piensas y sientes? Al decir que no sabes lo que eres tú y lo que es la educación creo que lo estás diciendo ya: todo está influido por la educación. Pero todo también se puede reinterpretar.

    Besos.

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  9. Pues sí, quiero que una persona que sea importante para mí me dé prioridad, pero no tengo ningún problema en que también se la dé a otras personas.

    Realmente, no escondo mis sentimientos. Hice ese comentario porque, al leer entradas antiguas de tu blog, me pareció entrever que tú, en realidad, también habías sentido dolor por no ser correspondido como deseabas serlo y que, en este momento de tu vida, habías aprendido a manejar cómo te afectan ese tipo de sentimientos y a controlar cómo quieres mostrarlos al exterior. ¿De verdad nunca nadie te ha partido el corazón porque no te quería como tú querías que te quisiera? Si es así, mi más sincera enhorabuena. :-p

    En cuanto a la intensidad de los sentimientos, es cierto que no se trata de una variable que se pueda medir ni comparar de manera absoluta, pero sí es algo que se puede percibir si eres mínimamente empático, ¿no? Al menos yo suelo ser consciente de cuando una persona me da importancia, independientemente de cómo se comporte.

    ¿Y por qué necesito que me dé importancia para sentirme bien? Pues porque me gusta saber que soy especial para esa persona y que, si ella/él ha decido compartir su tiempo conmigo, es porque le aporto algo diferente y único, sin perjuicio de que tenga otras relaciones paralelas, igualmente importantes y únicas. No quiero estar con alguien que no ve nada especial en mí o que está conmigo igual que puede estar con cualquier otr@, sin un mínimo sentido de la selección.

    Desde mi punto de vista, el concepto de “importancia” lleva implícito el de “prioridad”, pero no el de “exclusividad”. Me resulta lógico pensar que, si alguien es importante para mí (por ejemplo, mi amigo), me apetezca concederle prioridad sobre otras personas (por ejemplo, mi vecina).

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  10. Y en lo referente al tema de la educación, intentaré ser concisa y clara, aunque dudo que lo consiga… Evidentemente, todo está influido por la educación, pero considero que hay partes de nosotros mismos que son propias de nuestro carácter innato. Cuando hice ese comentario, estaba pensando, concretamente, en mi inquietud hacia los alucinógenos y los estados alterados de la conciencia. Pensé que, aunque buena parte de las personas sienten una curiosidad natural hacia las drogas y sus efectos, no todo el mundo tiene la misma necesidad de experimentar con ellas, y esto no implica que estén forzosamente inhibidos. Por supuesto, hay muchas personas que, por su educación, se reprimen a la hora de probar incluso un porro de marihuana, pero eso es muy diferente a tener una auténtica necesidad de experimentar con todo tipo de sustancias enteógenas.

    A lo que voy… He tratado de extrapolar esta suposición al tema de las relaciones y la sexualidad y he llegado a la conclusión de que no todos sentimos la misma necesidad de establecer varias relaciones sentimentales simultáneas o de separar el sexo del amor o de experimentar con prácticas sexuales diversas, por poner algunos ejemplos. Y, llegada a este punto, me preguntaba: ¿Me reprimo porque mi carácter, en general, es contenido? ¿O realmente se debe a la influencia de la educación?

    La verdad es que esto es una incógnita para mí, sobre todo porque no he recibido una educación “castrante”, más bien al contrario. Ni mi familia ni yo somos religiosas (vamos, no he hecho la Comunión ni nada de eso) y, ya con 14 años, me masturbaba leyendo la literatura erótica (Anaïs Nin, Oscar Wilde…) de la biblioteca de mis padres, que además siempre han sido conscientes de ello, así como de que me drogo de vez en cuando en la actualidad. Entonces, si mi educación no ha sido represiva, ¿por qué no me interesa el sexo a nivel de experimentación como parece que te interesa a ti? ¿Y por qué otras personas, abiertas de mente, no sienten la misma inquietud que yo hacia la experimentación con sustancias enteógenas? Parece que, de forma “innata”, utilizamos diferentes canales para exteriorizar nuestras emociones.

    Bueno, finalmente, no he podido evitar irme por las ramas... Tengo muchas ideas en la cabeza que me gustaría expresar, pero me da la sensación de que acaparo un poco los comentarios y de que tiendo a hacer que la conversación derive a temas “off-topic”. Ojalá otros lectores se animen a participar y a dar su punto de vista sobre las relaciones, el sexo, las drogas y el rock and roll. :-)

    Un beso.

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