Acompaño a un amigo a ver a un cardiólogo. En la consulta, el especialista da por supuesto por sentado que somos una pareja heterosexual y, por tanto, deseosa de reproducirnos. No hay ninguna pregunta sobre quién soy o por qué estoy allí. Sencillamente se entiende que si un cuerpo leído como hombre y otro cuerpo leído como mujer, ambes entendidos como de mediana edad, van juntes a un sitio con ese, no puede haber otra explicación que el ser una pareja monógama heterosexual y reproductiva.
La primera pregunta: "¿Tenéis hijes?" Reacción inmediata y cara de desagrado: "No". Pero no se acaba nunca ahí. Segunda pregunta ignorando la cara de desagrado: "¿Pensáis tener hijes?". Reacción simultánea: "¡¡¡No, por supuesto!!!", y cara de pero tú de qué vas más tono agresivo. Pues bien, ¿qué sucede a continuación? Que obviamente solo hay UNA respuesta a esa pregunta, y es SÍ. El médico sin inmutarse a continuación nos suelta un discurso de 10 minutos sobre las implicaciones que el motivo de la consulta puede tener cuando decidamos (no si decidimos) tener hijes, y por tanto, que nos ofrece un "servicio especial", una charla en la que aclarar todas nuestras dudas con un equipo especialista, y además varios servicios extraordinarios, gratuitos todos, para asegurarnos de que nuestres hijes no van a tener ese diagnóstico, y que por tanto deseemos tenerles. Volvemos a decir que no estamos interesades, ¿y tiene algún efecto? Pues no. El médico sigue como si no hubiera oído nada, nos entrega toda la información y la dicta también al historial.
Reproducción sí o sí. Hijes sí o sí. Por mucho que tú GRITES repitiendo que NO.
Me pregunto qué cara se le hubiera quedado si le respondo: "Pero oíga, qué dice, soy su hermana" o "Pues es que soy un hombre así que hijes por ese método dudo mucho que vayamos a tener". La próxima vez lo pruebo.