Hoy en el Día de la Asexualidad a través de Facebook AVEN (Asexual Visibility and Education Network) nos pide que ayudemos a la visibilidad de las personas asexuales, así quiero hablar de este concepto, que sé que todavía está muy poco extendido y es muy mal entendido a pesar de que hay mucha gente asexual en el mundo.
La asexualidad, igual que tantos otros términos sobre los que escribo (por ejemplo la bisexualidad), es uno de esos conceptos paraguas o términos abarcativos que incluyen muchas cosas diferentes pero relacionadas entre sí. La asexualidad abarca desde la completa falta de atracción sexual hasta el no deseo de practicar algunos tipos de sexo. Se diferencia del celibato en que este último es una opción de vida, algo que se elige por diversos motivos, mientras la asexualidad es algo que se es, algo natural y no elegido en la persona que lo siente.
Existen por tanto muchos tipos de asexuales. Algunas personas no tienen ningún deseo sexual ni sienten atracción sexual por nadie ni por nada. Otras personas pueden sentir deseo, masturbarse, incluso sentirse físicamente atraídas por otras personas y sin embargo no sentir deseo de tener por ejemplo sexo que incluya los genitales. También hay gente que solo siente atracción y deseo sexual cuando se enamora de alguien, cuando ha establecido lazos emocionales con otra persona. Estas personas se llaman demisexuales.
La mayoría de las personas asexuales tienen las mismas necesidades afectivas y sociales que las personas asexuales. Por ello, a menudo tienen pareja, se enamoran, desean contacto físico no sexual, etc. De hecho, muchas personas asexuales están en pareja con personas sexuales, y de ellos muchas tienen sexo.
Sé que esa última frase desconcierta a algunos. Y eso se debe a que en la sociedad hay una tendencia a creer que la gente que no desea tener sexo tiene algún trauma relacionado con el mismo o siente un rechazo visceral hacia la sexualidad. Sin embargo, si hablas con gente abiertamente asexual descubres que la mayoría no siente rechazo por el sexo ni tiene ninguna fobia. Tampoco son puritanos ni tienen traumas. Sencillamente el sexo no es algo que deseen. Pero si están con una persona sexual muchos pueden tener sexo por complacer a su pareja. Como dice una amiga asexual, es como lavar los platos. Aunque no te guste especialmente hacerlo, sabes que si lo haces alegras a tu pareja y eso te alegra a ti.
Igual que muchas personas sexuales pueden tener sexo sin amor, muchas personas asexuales pueden tener amor sin sexo. Algunas de ellas utilizan los términos romántico y afectivo o emocional para hablar de sus relaciones. Y entre ellos hay diferencia. Con romántico se habla de la capacidad de enamorarse. Con afectivo o emocional de la capacidad de sentir amor o lazos afectivos con otras personas.
La asexualidad no es una orientación sexual per se, ya que muchos asexuales no sienten atracción sexual. Pero para los asexuales que son románticos o emocionales, también se puede hablar de orientación romántica y orientación emocional. Así por ejemplo una persona asexual puede ser heteroromántica, porque se enamora de personas según la norma heterosexual. O puede ser homoemocional, porque siente amor y establece relaciones de pareja con personas según la norma homosexual. No obstante, también existen los asexuales que son arrománticos y aemocionales.
En realidad si pensamos en estos conceptos, también se pueden aplicar a la población sexual. Una persona sexual que no se enamora es sexual arromántica. Si se considera heterosexual además sería heterosexual arromántica.
Por otra parte en la comunidad LGBT+ no es extraño escuchar a personas que hablan de poder tener sexo con tal género, relaciones con tal otro y enamoramiento solo con uno de los géneros. Esta gente en realidad podría tomar prestado el vocabulario de la comunidad asexual. Así por ejemplo una persona que se identifica como lesbiana porque tiene solo relaciones con mujeres aunque potencialmente podría tener sexo con hombres podría decir que es sexual con los hombres y solo romántica y afectiva con mujeres.
Los asexuales como todas las demás personas del ambiente LGBT+ sufren discriminación y opresión por parte de esta sociedad que considera que todas las personas son sexuales y que por tanto niega su existencia como individuos. Los prejuicios que sufren son muchos y muy diversos: desde su patologización (igual que nos ha sucedido -o sucede- a todos los demás a lo largo de la historia) y la negación de su existencia, hasta la insistencia en creer que tienen miedo del sexo, son víctimas de abusos sexuales infantiles, tienen problemas emocionales, son impotentes, o simplemente reprimidos o célibes por decisión.
Lo que es más sorprendente es que una gran mayoría de los humanos pasamos también por fases en las que somos asexuales y sin embargo nuestra sociedad se niega a reconocer la existencia de la asexualidad. Yo misma, que me considero sexual, he pasado por momentos de mi vida en los que he sido asexual.
Un dato estadístico. Mundialmente las estadísticas más conservadoras estiman que el 1% de la población es asexual. Y esto dicho por médicos que no suelen ser capaces de ver más allá de sus narices y todavía menos la diversidad de la sexualidad y afectividad humana. Es decir que en realidad no son unos pocos.
Por último una invitación a algo por lo que yo ya lucho y a lo que quiero animaros a vosotros: que las luchas de las personas asexuales se incluyan dentro del programa de las organizaciones LGBT+ y su existencia se reconozca como parte de nuestro ambiente y nuestra comunidad.