En la cama se ha puesto a jugar y a hacer algo que tú, en un momento en el que estábamos muy cerca hace ya muchos años, hiciste conmigo. Algo que me ha hecho volver a pensar en el pasado y a echarte de menos con vehemencia y con dolor. Algo que tendría que habernos llevado entonces a tener sexo intenso y apasionado, pero que se quedó en otra más de esas muchas situaciones que nunca se terminaron de materializar. Y ahora estoy aquí pensando en cómo todo ha acabado hace unos meses, en lo cerca que hemos estado otra vez de ello y lo lejos que estamos ahora. Y el dolor agudo que todo esto despierta en mí cada vez que lo siento mínimamente cerca, aunque no sea contigo, aunque no sea por nada que tú haces, aunque solo sea por un recuerdo o un atisbo que me vuelva a llevar a ti. Me duele echarte de menos, me duele echar de menos todo lo que tuvimos, todo lo que somos cuando estamos juntas y todo lo que no tuvimos. Como me dice él, qué raros somos los humanos pues, aunque las dos deseamos lo mismo, elegimos no hacerlo o hacer justo lo contrario. Y sufrir enormemente ambas con y por ello.
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