El idioma que hablamos construye y determina de manera casi imperceptible la forma en la que vemos el mundo. Ese cristal a través del que he recibido muchos de los conceptos con los que he crecido, el español, es un filtro que en muchas ocasiones no me ha dejado ver más allá de mis narices. Un ejemplo claro. O yo me equivoco o el concepto amor en español no dice nada acerca del número de personas que deben poseer ese sentimiento. No se menciona pues si es algo unidireccional o si es necesaria una reciprocidad para que se dé semejante sentimiento. Así, si tú sientes algo intenso por alguien y ese alguien no siente nada por ti, en español a menudo dirías que quieres o amas a esa persona. Si dos individues desarrollan ese mismo sentimiento intenso de forma recíproca, seguimos hablando de querer o amar. Y si un grupo comparte ese mismo sentimiento hacia el grupo pero no hacia todes y cada une de les individues de ese grupo, o no en el mismo modo, seguimos hablando de amar. Amor pues en español es un concepto que incluye algo unidireccional, recíproco y multidireccional. No tenemos palabras diferentes para nombrar las diferentes situaciones, y eso nos hace confundirlas y entender que son lo mismo.
Esta simplicidad conceptual del español en cuanto a este sentimiento ha creado en mi cabeza una forma de ver el mundo de la que no era consciente. Incluso cuando he aprendido otros idiomas que disponen de varios vocablos para referirse y diferenciar estas ideas, durante mucho tiempo no había sido capaz de saltarme mi propio filtro y dejar de hacer esos términos como sinónimos o quasi-sinónimos cuando en realidad no lo son. Y eso es un problema, porque afecta sin duda a mi manera de vivir esos sentimientos. Y a las expectativas que tengo sobre ellos. Y ahora que por fin despierto a otras realidades, veo que para mí el "verdadero" amor, ese del que yo he ido hablando, no puede ser unidireccional, porque el amor, como todo lo demás, no es, sino que se construye en un diálogo, se hace.
El plural reflexivo hace la función: se aman.
ResponderEliminarPero justamente ese es el problema. El plural reflexivo se genera con el mismo término y eso hace entender en español que se está hablando de un mismo sentimiento. Y de ahí a pasar a interpretarlo como algo que se tiene por uno, por muchos, de forma unidireccional, recíproca o multidireccional no hay más que un paso. De eso a creer que es algo que se tiene en lugar de algo que se hace lo mismo...
ResponderEliminarNo lo había visto así, pero es cierto. Será que el idioma español nace después de que el cristianismo, con su eterno discurso de conformismo y pasividad. había echado sus insidiosas raíces en Europa.
ResponderEliminarEl amor, si no es nutrido por los involucrados, muere tarde o temprano.
El amor para mí tampoco puede morir, porque no es, sino que puede dejar de hacerse...
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