Todos estos años sin ser consciente de qué tipo de semilla se estaba plantando en mí y ahora cuando empieza a salir en busca de luz me pilla, cómo no, por sorpresa. Parece que el desierto en el que había dejado que se enterrara ha recibido tras la larga sequía unas cuantas gotas del agua equivocada, pero aun así la semilla ha empezado a germinar. Otra vez. El mismo sentimiento. La misma sorpresa. La misma incomprensión. La misma excitación. La misma confusión. ¡Pero si yo no sentía esto! ¡De verdad! ¿Entonces cómo es posible que me afecte tanto? No es así. Con ella no tiene que ser así. ¿Pero entonces por qué no puedo dejar de darle vueltas? Pero es que no quiero que sea así. No con alguien que no va a saber qué hacer con todos estos sentimientos. Tendré que dejar de regar el terruño durante un ratito. La experiencia me dice que eso lo calma todo. Aunque ya nunca vuelve a ser igual. Así es cada vez.
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