Hasta hace muy poco no era consciente de que los tímidos somos considerados por muchas personas extravertidas como egoístas, egocéntricos e indignos de confianza. Como persona tímida e introvertida, toda mi vida he pensado que otra gente que también mostraba timidez lo hacía por motivos similares a los míos: inseguridad, falta de autoconfianza, tendencia natural a no decir tanto como otra gente, reflexividad, introspección, interés en escuchar a los demás. Ni se me había ocurrido que alguien pudiera tener prejuicios negativos de ese estilo hacia alguien que no intenta ser el centro de atención de una conversación o que no va contando a cualquiera con el que se cruza los detalles de su vida. De hecho, los prejuicios negativos los he tenido yo, pensando que si alguien busca ser el centro y va contando todo sobre su vida a cualquiera es porque es egocéntrico y en el fondo no muy interesado en los demás. Así que es muy interesante ver que la misma tortilla se ve de forma completamente opuesta al mirarla por (y con) la otra cara.
29 julio 2011
28 julio 2011
Bailando transqueer
Siempre he tenido una relación extraña con el baile. Desde pequeña adoro los musicales y la gente que baila de un modo que yo entiendo como "bailar bien" me fascina. Hay pocas cosas tan eficaces para despertar mi sentimiento de atracción por alguien como verlo bailar. Y sin embargo, desde siempre, he sido incapaz de bailar en público. Ni cuando era pequeña y mis amiguit@s jugaban. Ir a las discotecas como adolescente para mí era una tortura que detuve muy pronto. No porque no disfrutara viendo a los demás, sino por la enorme presión que sentía para tener que bailar yo misma y comportarme de esa forma que se suponía que era la normal. Con mi irracional timidez sentía que no era capaz de moverme adecuadamente y eso me paralizaba todavía más. También por supuesto influyó el ambiente cisheteronormativo que había en aquellas discotecas con el que yo no podía identificarme.
Lo curioso es que siempre me ha gustado bailar, de hecho no puedo escuchar música sin llevar el ritmo con mi cuerpo y sin canturrear o tararear, aunque sea sin voz. Pero todo eso lo he reservado siempre para los ratos en los que estoy sola.
Desde la adolescencia y esas experiencias tortuosas, he tenido muchos años para relajarme y aprender que el baile, como cualquier otra cosa, es algo individual y que no hay formas correctas e incorrectas. De hecho, me he dado cuenta de que me atraen muchas de las cosas que no se consideran ni bellas ni correctas a la hora de bailar y sin embargo mucha de la supuesta belleza me deja completamente indiferente. Y eso ha cambiado algo en mi fobia a moverme en público también. Si no hay nada "normal", mi forma de moverme es igual de válida. Si a mí me atraen cosas supuestamente "extrañas", tal vez a otras personas les atraiga mi "extrañeza".
Pero, incluso con esto, todavía me cuesta vencer esa tendencia a quedarme tiesa como el hielo cuando hay gente alrededor. Y sin embargo, el otro día con tus invitaciones y ese juego sensual en mitad de la disco de ambiente transqueer, estuvimos bailando juntas y me lo pasé muy bien. Creo de hecho que nunca había disfrutado tanto de estar bailando en un sitio público. Soltarse (¿o debería decir en este caso quitarse?) la melena acaba sucediendo, si encuentras el sitio adecuado y estás en el momento apropiado.
26 julio 2011
Tengo miedo
Tengo miedo a que me metas otro golpe. Tengo miedo de que no te suceda lo que me sucede a mí cuando me acerco a ti. Tengo miedo de tus reacciones, de tu distancia, de tu silencio, de publicar cosas personales sobre ti y saber que las puedas leer y que con ello reacciones como hiciste entonces. Es difícil avanzar sin temer revivir el infierno. Tengo miedo de que no me quieras igual que te quiero yo a ti.
Si algo tiene que desaparecer...
¡Siempre igual! Tomando decisiones que muestran una y otra vez que el ambiente LGBT+ es solo un ambiente homosexual y los demás aparentemente somos invitados a los que se nos permite, y a regañadientes, estar si no molestamos, si no exigimos, si no esperamos tener los mismos derechos. Pero desde luego nunca se acepta que otras letras e identidades tengamos el mismo espacio que los homosexuales. ¡Y desde luego mucho menos más espacio o visibilidad que ellos!
Ejemplo del día para dejárnoslo clarito a todas y todos. El festival de cine LGBT+ de Copenhague muestra cada año tres películas al aire libre. Este año la primera era sobre lesbianas, la segunda sobre gays y la última sobre una persona intersexual. El primer día desgraciadamente diluviaba, así que al final tuvieron que cancelar el pase de la película. ¿Consecuencia? A la mañana siguiente se toma la decisión de que la película para lesbianas es más importante que la película sobre intersexuales y, por supuesto, se cambia el programa. Si algo tiene que desaparecer, desde luego no pueden ser los homosexuales. La película de intersexuales, mucho menos conocida y por lo visto una gran película, ganadora de muchos premios, entre ellos el del propio festival que ahora decide no mostrarla, es sustituida por una película popular, que ha estado en distribución en los cines daneses y del mundo, y que la mayoría seguramente ya ha visto. Pero claro, ¿cómo van a mostrar una película para gays y otra para "los demás" y no mostrar una película para lesbianas? Las lesbianas son parte del ambiente. "Los demás" solo somos invitados cuando insistimos y se ven obligados a meternos en un rincón.
¡Ea! Y ahora a tragarse un festival al aire libre con una peli gay y otra lésbica. Y todos contentos. Al menos todos los que importan.
23 julio 2011
El nacionalismo escandinavo es peligroso
Que expresar opiniones nacionalistas, racistas, xenófobas e islamófobas es algo enormemente peligroso que puede tener consecuencias terribles es algo que llevo denunciando en este blog desde el inicio y algo contra lo que lucho de forma constante en mi vida diaria. Y sin embargo, desgraciadamente, por lo general lo único que encuentro cuando muestro que estos sentimientos y discursos fobos avanzan a gran velocidad, especialmente en estas sociedades del norte de Europa, es oposición e insultos sobre mi supuesto propio racismo, invitaciones a irme de este país, acusaciones sobre lo mucho que miento, etc.
En las últimas horas tristemente el mundo entero está viendo las consecuencias que el clima de odio racista, islamófobo, xenófobo y nacionalista ha producido en nuestros vecinos noruegos. Tener este tipo de discurso abiertamente lleno de odio, como ya denunciaba hace más de dos años aquí, crea un país en el que la gente empieza a ver como normal y aceptable lo que son en realidad actitudes llenas de odio. Y esto lleva a que se acabe interiorizando una gran parte de ese discurso fobo. Con ello la sociedad en general se transforma en un lugar más peligroso en el que los radicalismos verbales se pueden transformar en acciones concretas. En su mayor parte estas acciones se convierten en leyes y actitudes que oprimen, marginan y discriminan a los sectores de la población objeto de semejante odio. Pero en ocasiones estas acciones también se pueden convertir en violentos ataques. El clima de violencia verbal y legal que vivimos no es de extrañar que se transforme en violencia física en manos de perturbados.
En los últimos años Escandinavia ha estado llena de los discursos cargados de odio que sus políticos y medios de comunicación producen y crean. La sociedad en general ha girado hacia la derecha política. Las actitudes xenófobas y racistas han avanzado enormemente. La islamofobia es el pan de cada día en cada uno de los periódicos, radios, televisiones y partidos de estos países, incluso los que pertenecen a la izquierda. El nacionalismo avanza a gran velocidad. Los grupos neonazis son un enorme problema en varias de nuestras ciudades. Pero lo que es peor, el nacionalismo supuestamente "no peligroso" vendido por los partidos racistas triunfa y se extiende a todos los demás partidos y sectores de la sociedad. Aquí no se puede vivir sin que pase un día en el que puedas respirar aliviado por no haber oído o visto algo nacionalista, xenófobo, racista o islamófobo. Ni un solo día. En este ambiente, ¿quién se puede extrañar de sus consecuencias? Ahora vemos las más dramáticas y visibles, las que afectan a toda la población, las que son portada de los periódicos mundiales. Pero el resto del tiempo muchos de los habitantes de a pie sufrimos las consecuencias menos dramáticas y visibles, pero en algunos casos igual de letales. Alguna gente en Escandinavia sufre ataques e incluso muere por estas fobias, no es algo nuevo. La diferencia reside en que normalmente es de otra forma (por negligencias, maltrato, denegación del derecho al asilo político, etc.) y es otra gente (los inmigrantes, los pobres, las minorías religiosas o étnicas).
En Noruega en las últimas elecciones el 22,9% de los votantes lo hizo al partido xenófobo, Fremskrittspartiet. Fue el segundo partido más votado. En Dinamarca en las últimas elecciones el 13,9% votó al partido xenófobo, Dansk Folkeparti. Fue el tercer partido más votado, pero su poder es enorme, ya que formó una alianza con el partido ganador. En las nuevas elecciones que serán en octubre este año muchos creen que crecerá considerablemente. En Suecia en las últimas elecciones el partido xenófobo, Sverigedemokraterna, consiguió el 5,7% de los votos y con ello acceso por primera vez al parlamento nacional. Como podéis ver, la tendencia está clara. Y lo que es peor, estos partidos influyen enormemente en el discurso político de los demás, porque ven que pierden terreno. Así ahora en todos los demás programas políticos se incluyen de un modo u otro propuestas inspiradas por estas agendas nacionalistas, xenófobas, racistas e islamófobas.
Sin embargo, no olvidemos que esto no es un problema solo escandinavo. En España el nacionalismo xenófobo también crece. Y la islamofobia desde luego no es algo nuevo en nuestra sociedad. Tan solo hay que darse una vuelta por Facebook para ver la proliferación de grupos como "Los españoles primero". Algunos partidos políticos también incluyen ya agendas claramente influidas por esta ola de fobia europea.
Por otra parte, aunque no sea sorprendente, no hay que dejar de notar la reacción mundial a lo sucedido ayer en Noruega. Los medios de comunicación acusando sin fundamento a los musulmanes, ¿cómo no? Y en general nadie levantó una ceja al oír estas suposiciones. Lo cual demuestra el terrible mundo en el que vivimos, cuando se puede dar por supuesto sin provocar rechazo y un enorme escándalo que una determinada religión o grupo étnico sean igual a semejantes actos bárbaros. Una vez visto el error, ahora en todos los medios nos dejan hiper claro que el sujeto de tales acciones fue un "noruego", es decir, uno de "etnia noruega" y además "cristiano". Cualquier persona ingenua se debería preguntar cuál es la relevancia de la etnia o la religión del tipo en cuestión. PERO claro, en este mundo en el que vivimos son datos de enorme importancia para poder situar las culpas. Es cristiano, entonces no es por religión. Es noruego de los de toda la vida, entonces tampoco es por la educación que le ha dado su familia, su origen étnico, las costumbres de su país de nacimiento, etc. Otra cosa muy diferente sería si el tipo en cuestión hubiera sido musulmán, hijo de marroquíes y con la piel oscura. Entonces ya tendríamos una explicación "lógica" para lo sucedido. Tendríamos un motivo más, de tantos, para endurecer nuestras leyes sobre inmigración, sobre libertad religiosa, sobre integración cultural... y para poder apuntar con el dedo a un grupo al que ya se sabe que se puede apuntar.
Y si no os lo creéis, mirad por favor los que sepáis noruego (y los demás podéis usar Google Translator), el comunicado de prensa del partido xenófobo noruego de ayer. Según ellos este no es el momento de establecer conclusiones políticas sino de estar unidos. Por supuesto, porque ahora no les conviene. Sin embargo, ¿cómo hubiera sido su comunicado de prensa si el terrorista se hubiera llamado Mohammed? Además de ser fácil de imaginar, solo hay que darse una vuelta por su archivo de noticias para ver el doble rasero que utiliza este tipo de gente foba.
Concluyendo, en un clima fobo de odio, está claro que lo que se produce es odio y violencia. Tal vez es el momento para empezar a replantearse el modo en el que se habla de determinados grupos y personas en nuestras sociedades.
22 julio 2011
Esperando la regla
No ser mujer y sin embargo tener la regla normalmente es una experiencia un poco alienante por la que deseo no pasar, aunque supongo que esto le pasa también a gran parte de las personas que se identifican como mujeres. No obstante, bajo circunstancias especiales, me veo deseando que suceda de una maldita vez. Mi anatomía lucha ferozmente contra mi cabeza.
21 julio 2011
El efecto de menearme
Locura de semana en este blog. De las habituales 200 visitas de media al día y un par de comentarios en el blog, de repente me levanto el martes y me encuentro con que a lo largo de la noche ha habido casi 20.000 visitas y casi 100 comentarios. Alucinada y sin entender muy bien el motivo, miro en el origen de las visitas y todas llegan del mismo sitio: Menéame.net. Así que me voy a esa página y me encuentro con que la entrada ¿Los españoles os consideráis blancos? está en portada como historia destacada.
Por supuesto, desde que la noticia desapareció de la portada y dejó de menearse, las cosas han vuelto más o menos a la normalidad. Pero sin embargo el efecto de esos meneos es todavía visible. En el momento de escribir esto lo que yo he notado con tanto meneo es:
- 491 comentarios en Menéame, además de 1362 meneos y 26.363 clicks.
- 142 comentarios en esa entrada de mi blog, además de 41.112 visitas.
- Copias del artículo en varios foros, como este con 141 comentarios, o este con 11 comentarios.
- Una colaboración con el periódico digital El Plural, donde ahora soy uno de sus blogs colaboradores y llevo un par de días en portada con esa entrada del blog, además de tener allí otros 3 comentarios.
- Cientos y cientos de enlaces en Facebook y Twitter.
- Varios blogs en los que se comenta o se copia la entrada.
Y vaya usted a saber la de meneos de los que no me habré enterado con tanto aturdimiento...
Eso sí, el precio de esta repentina popularidad también se paga. Al leer los comentarios he llegado a la conclusión de que aparentemente, sin haber leído más que esa entrada, se me ha proclamado oficialmente como la persona más racista y preocupada por mi color de piel que circula por Internet últimamente. Cosa que tiene su toque de ironía si se piensa que el motivo de este furor de mi blog es precisamente que miles de españoles se han sentido ofendidos con lo que describo sobre su raza y miles de no españoles se han alegrado de dejar a los españoles en su sitio.
A los que os apetezca averiguar los motivos por los que escribo o no escribo sobre razas cuando digo no creer en ellas, daos una vuelta por mis entradas sobre Dinamarca, sobre ser inmigrante, sobre mis ideas políticas o sobre mi persona y después llamadme lo que consideréis adecuado :-)
17 julio 2011
¿Los españoles os consideráis blancos?
Estoy con una mujer danesa con la que cada vez tengo una relación más cercana y más íntima. Pasamos en su coche por el barrio más pijo y conservador de Copenhague y sin darle más vueltas comento que ese barrio no tiene extranjeros. Me dice que es cierto, que allí "solo hay blancos". Eso da pie a que se ponga a hablar sobre las razas. Como ya tiene suficientemente confianza conmigo, la conversación en un momento dado se transforma en esto:
Mi amiga (danesa rubia de ojos azules): Oye, ¿pero los españoles os consideráis blancos?
Yo (no danesa y no tan rubia): ¡Pues clarooooo!
Ella: Pero, ¿en serio?
Yo: Joder, claro que en serio.
Ella: Pero... los españoles tenéis los ojos marrones, el pelo oscuro y la piel morena... muy morena. No sois blancos.
Pongo mi brazo a su lado para que lo vea y compare con el suyo.
Yo: ¡De hecho mi piel es más blanca que la tuya, leche!
Ella: Pues es verdad, pero tú eres una excepción. ¿Así que de verdad creéis que sois blancos?
Yo: Por supuesto. La gente morena también puede ser "blanca".
Ella: ¿Y crees que los italianos creen que son blancos también?
Yo: Sí.
Ella: ¿Y los griegos?
Yo: Por supuestooooo.
Ella: Pero los europeos del sur no sois igual de blancos que nosotros, no podemos ser la misma raza...
Yo: ¿O sea, que para ser blanco hay que ser rubio?
Ella: No, no, si mi madre era morena. Pero vosotros sois oscuros de piel. ¿Y los turcos también se creen que son blancos?
Yo: POR SUPUESTO.
Ella: Jajaja, pues eso ni de coña. Ahí la distinción está clarísima. No pueden ser iguales que nosotros.
Esto me recuerda a muchas otras ocasiones en las que he tenido que hablar sobre la supuesta oscuridad de mi color de piel. Y es terrible tener estas conversaciones. Primero, porque no creo en las razas como para tener que estar dividiendo a la gente en algo que ni entiendo ni existe. Segundo, porque si fuera marrón o negra o como quieran llamarme aquí, no entiendo por qué debería ser un problema ni un motivo de distinción, y menos todavía de discriminación. Tercero, porque es increíble que incluso teniéndome delante y comparando mi piel con la suya puedan seguir con lo mismo. Incluso viajando al sur de Europa constantemente como hacen pueden seguir sin ver con otros ojos que los de sus prejuicios a la gente que encuentran. Cuarto, porque su idea de lo que es ser blanco es tan asquerosamente etnocéntrica y racista. Los blancos son rubios y con ojos claros. Los demás somos "blancos falsos". Creen que los verdaderos blancos son los europeos del norte de los Alpes. Es decir, que siguen con todas esas ideas nazis sobre la pureza de la raza, la blancura como signo de superioridad y demás basura. Quinto, porque para recolmo aparentemente la religión también determina tu raza y si eres musulmán, como la mayoría de los turcos, desde luego no pueden meterte en la misma etiqueta que utilizan para sí mismos.
Imaginad pues cómo es ser de un lugar no europeo y con una raza visiblemente diferente en este país... Me canso de tener que escuchar y discutir lo mismo una y otra vez.
14 julio 2011
El portal
Tanto que te digo que quiero hacer las cosas sin la máscara y que tú también las hagas y sin embargo, llegado el momento, me escondo en mis miedos y no te digo lo que pienso.
Una carrera bajo la lluvia hasta el árbol. El ambiente se relaja. Sonrisas después de un año. Otra carrera hasta un callejón y ese portal. Nos sentamos en el escalón, muy cerca. Nuestras piernas se tocan. En silencio, nos miramos a unos centímetros. Sonríes y te sonrío. Pero no hablo. Siento ganas de besarte. Unas ganas terribles y eso me confunde terriblemente. Sigo en silencio, sigo mirándote. Tú me preguntas qué me pasa. Contesto que nada. ¡Y es mentira! Lo que me pasa es que la situación me ha hecho olvidar por unos instantes el enfado, el dolor y demás, y me ha hecho verte. Y viéndote sonreírme y sintiéndote tan cerca me invade el deseo. Pero no tengo valor para decírtelo inmediatamente. Tampoco para hacer nada. Sé que lo tendré si dejo pasar unos instantes para que se disipe la confusión y desarme mi miedo. Pero tú de repente te empiezas a estresar. Quieres irte. Algo te asusta. Y tu miedo me asusta a mí. Se acabó la magia. Se evaporó el deseo. Alguien sale. Nos vamos.
06 julio 2011
Boicotea a Dinamarca
Siguiendo el ejemplo de los alemanes quiero animar desde aquí a los europeos (¡y a los demás!) que lleguéis a mi blog a boicotear a Dinamarca y no visitar este verano este país de mierda que decide por cuenta propia una vez más saltarse las reglas de la Unión Europea y establecer controles aduaneros con la falsa excusa de controlar la criminalidad, el tráfico de narcóticos y demás (claro, claro, porque los criminales son extranjeros). Como todo el mundo sabe, es una mentira que solo tiene un motivo: el apoyo del gobierno al partido racista y xenófobo danés. Este acuerdo tiene sin duda como única intención satisfacer la vena xenófoba de muchos daneses, haciendo que se sientan más seguros con molestar a todo el que desee venir aquí y así intentar de otra forma más parar el movimiento de personas no danesas en este país.
No malgastes tu dinero en este país. Si quieres irte de vacaciones, hazlo a un sitio donde seas bienvenida o bienvenido.
02 julio 2011
Eyacular
Tengo un orgasmo, siento que estoy a punto de eyacular, pero siempre en el último segundo mi sexo cambia, se contrae, se tensa por los espasmos del propio orgasmo, y la eyaculación no sucede. Y eso me deja hambrienta. Quiero seguir. Puedo seguir. Me acerco a otro orgasmo y tengo la misma sensación, la misma necesidad de explotar en líquido y dejar que todo mi ser fluya entre mis piernas. Nuevamente los espasmos de mi pelvis detienen la eyaculación justo cuando está empezando a suceder y así vuelvo a tener otro orgasmo seco que me llena pero que no me termina de quitar el hambre. Puedo seguir así durante horas. Al final lo acabo dejando por mero cansancio. Satisfecha, pero con una curiosidad enorme por saber qué se siente al permitir que mi cuerpo se libere del líquido que quiere manar y deseando aprender cómo controlar esos cambios que lo evitan.
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