16 junio 2011

Algunos puntos comunes entre la lucha transgénero y la de trabajo sexual

Hace unos días escribía en esta entrada un ejemplo y en él hacía referencia a que la lucha por los derechos de las personas transgénero y la lucha por los derechos de las personas que hacen algún tipo de trabajo sexual tiene varios puntos en común o que se complementan. Alguien me contactó para preguntarme por esos puntos y prometí escribir esta entrada.

El aspecto más claro que ambas luchas comparten es el derecho al propio cuerpo, a hacer o dejar de hacer con tu cuerpo lo que te plazca independientemente de lo que la sociedad piense. Es decir, poder decidir con libertad sobre el propio cuerpo. Las personas transgénero queremos ser libres para decidir si cambiar o no cambiar nuestro cuerpo, ser libres para poder usar la ropa que nos haga sentir mejor, ser libres para mover nuestro cuerpo según nuestra propia percepción y no según las normas que se nos imponen. Las y los trabajadores sexuales quieren ser libres para utilizar su cuerpo del modo que les dé la gana sin tener que acomodarse a unas reglas sociales que dicen que el cuerpo no se puede utilizar de tal o cual modo.

Este aspecto está muy unido con el siguiente. El origen de nuestra falta de derechos es en ambos colectivos la normatividad, el cisheterosexismo, el machismo y el puritanismo de las sociedades en las que vivimos. Las personas transgénero son víctimas de una moral que dice que todo lo que tiene que ver con el cuerpo, con el género y con el sexo tiene que estar regulado. Solo aceptar las normas es posible si se quiere ser "normal". Si como transgénero decides cambiar tus genitales o implantarte silicona en el pecho estás llevando a cabo un acto que la sociedad cree relacionado con el sexo y por tanto lo juzga como juzga todo lo relacionado con el sexo que no se adapta a la norma, es decir, como algo negativo. Las personas que venden algún tipo de servicio sexual están llevando a cabo un acto sexual que no se adapta a la norma que tenemos en nuestras sociedades de sexo regulado dentro de una relación de algún tipo o sexo por amor o por deseo, y por tanto se considera que ese acto es algo negativo. Ambos colectivos sufren las consecuencias de la visión social sobre el sexo y cuerpo como algo "sucio", "amoral", "privado". Y las ideas sociales sobre género relacionadas con los genitales y las relaciones de poder.

Ambos grupos son criminalizados, penalizados y patologizados por una sociedad incapaz de aceptar gente que no se somete a las normas. Las personas transgénero son consideradas enfermas psiquiátricas. En muchos lugares también se las considera como criminales. Las personas trabajadoras sexuales son consideradas del mismo modo como criminales y como enfermas, ya que aparentemente según la moral imperante nadie en su sano juicio vendería sexo. Y si lo hace, desde luego esa persona no puede ser una mujer.

Esto nos lleva de vuelta al machismo. Una trabajadora sexual y una mujer transgénero están transgrediendo la norma que dice que el sexo es solo dominio de los hombres, y que no hay nada mejor en este planeta que tener un pene. Querer quitarse el pene o comportarse como si se tuviera uno es un sacrilegio. Dejar que alguien te introduzca un pene a cambio de dinero es parte del mismo sacrilegio. Por eso mismo, un trabajador sexual y un hombre transgénero también están transgrediendo esas normas machistas. El trabajador sexual está vendiendo sexo, no teniendo sexo porque lo desee. Es por tanto "poco masculino". Por otra parte se cree que es el pasivo en la penetración, y ya se sabe que un hombre que se deja ser penetrado "no es un hombre de verdad". En cuanto al hombre transgénero, se trata de lo que la sociedad entiende como "una mujer intentado hacerse con los privilegios de un hombre", es decir, una mujer que no acepta su rol y que además debe ser "una pervertida" porque se cree un hombre y por tanto tiene en teoría tanto deseo sexual como lo que no es. Por descontado, si el hombre transgénero no se opera o no desarrolla un gran pene, se transforma en un "hombre falso" en esta visión machista en la que la hombría se mide por la posesión  de un pene y su tamaño.

No hay que olvidar también el aspecto más visible que ambas luchas tienen en común. Debido a la dificultad que muchas personas transgénero tienen para poder obtener otros trabajos, existe una gran cantidad de trabajadores y trabajadoras sexuales que son personas transgénero. Por tanto, luchar por los derechos de un grupo equivale a menudo a luchar también por los derechos del otro.

Y por último recordemos que ambos colectivos se consideran en nuestras sociedades como el fondo, aparentemente no se puede caer más bajo. Por tanto, es una lucha común contra el clasismo de nuestras sociedades injustas.

Resumiendo, de forma general luchar por los derechos humanos y por los derechos de los trabajadores es algo que ambas políticas comparten en estas sociedades enfermas e injustas. Pero sobre todo y específicamente la lucha contra la moralina barata imperante en cuanto al uso del propio cuerpo y contra rígidas normas que intentan eliminar la libertad personal de autodefinición y acción por medio del control de nuestros géneros y sexualidades.

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3 comentarios:

  1. hola Lille, ¿qué opinas del suicidio?

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  2. ¿Puedes especificar un poco más lo que quieres saber? Porque así lo primero que pienso es ESPERA, NO LO HAGAS...

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  3. Bueno, es para saber si estas a favor o en contra y cuales son tus argumentos, porque yo no le veo diferencia entre la eutanasia y el suicidio.

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