28 de junio. Por fin de nuevo en tu sofá. Llevo un par de semanas que no dejo de soñar con este momento. Soñar dormida. Soñar despierta. Tu sofá tan pequeño y esos ojos marrones que me miran con esa intensidad que me hace arder por dentro y desearte entre mis brazos y entre mis piernas.
La luz de las ventanas del edificio de enfrente y la claridad de esta noche calurosa de verano nos permiten poder estar así sin tener que encender la lámpara sobre nuestras cabezas, igual que la noche que hablamos por primera vez de todo esto, igual que la noche en la que te dije lo indecible.
Tienes la cabeza ligeramente inclinada hacia abajo y hacia la izquierda, y yo en ello veo una timidez y al mismo tiempo una invitación descarada que me parecen encantadoras. Estás tan cerca en tu sofá minúsculo y aún así todavía no nos tocamos. Solo me miras y yo me deshago y no puedo dejar de mirarte. Sin pensarlo muevo mi brazo y mi mano toca tu piel. Con ello, me sorprendo a mí misma y busco tu reacción. Tus ojos sonríen aunque tu boca sigue seria, en silencio. A lo largo de todos estos años mientras hablábamos te he mirado a los labios en lugar de a los ojos. Sin embargo ahora es diferente, ahora siento esas terribles ganas de besarlos y eso me desconcentra. Muevo mi mano por tu piel y me encuentro con tu cuello, tan delgado, tan femenino. Aparto tu pelo y al hacerlo te acerco un poco hacia mí. Por fin tu boca también sonríe y me resulta tan invitante que sin darle más vueltas me acerco y te beso. Suavemente. Apasionadamente. Te estoy abrazando y tú a mí. Eres tan pequeña y tan suave. Pareces muy delicada y eso me encanta. Tu lengua toca mis labios, acaricia mi lengua. Tienes los ojos cerrados y me fascina verte tan cerca, sentir tu cuerpo cada vez más cerca del mío, tu pecho entre los míos. Das calor y es una sensación muy agradable. Me siento cómoda contigo.
El tiempo se detiene mientras seguimos besándonos y no puedo dejar de notar ese pecho que continúa pegado a mi cuerpo. Con esa camiseta ajustada que llevas me resulta muy fácil encontrar un hueco para deslizar mi brazo por dentro y acariciar tu espalda presionándote contra mí. Mi mano tiene que probar a tocar esa curva que tanto me está llamando. Cuando paso la mano sobre tu sujetador tu pezón se eriza. Cuando levanto tu sujetador y libero bajo la camiseta a tu cuerpo de semejante artificio, me derrito en agua al tener tus pechos en mis manos. Te tengo que arrancar la camiseta, necesito verte.
Me fascino observándote. Tus pezones son más oscuros y más grandes que los míos y eso me parece muy atractivo. Mis labios se pasean desde los tuyos hasta tu vientre por el centro de tu torso. Después mi lengua sube siguiendo el mismo recorrido hasta tu cuello. Quiero tocar tu piel con mi piel, así que me quito mi camiseta mientras tú sonríes e inmediatamente hago lo mismo con el sujetador. Te cojo la mano y la pongo sobre mi pecho mientras me acerco a ti y te vuelvo a besar. En la boca, en el cuello, en las axilas, en el esternón, en el costado, en el ombligo. Me dan ganas de jugar con tus pezones, lamerlos, humedecerlos, ponerlos junto a los míos.
Me fijo en tus pantaloncitos. Son esos que llevabas la otra vez que estuve en tu sofá jugando. Hoy, como ese día, te pongo la mano en el muslo y sin pensarlo la deslizo por debajo del pantalón hacia arriba y veo, igual que entonces, en tu cara de excitación y de sorpresa que la idea te gusta. Eso me excita a mí también, por lo que continúo por debajo del pantalón hasta tu ingle. No quiero tocarte entre las piernas todavía, quiero jugar contigo, desesperarte. Así que saco la mano y veo en tu cara un pequeño atisbo de decepción y eso me divierte. ¿Así que era eso lo que querías? Tendrás que pedírmelo. Bastante te he pedido y te he dicho yo a ti ya.
Continúo besándote por el cuerpo, te cojo de la cadera, aprieto tu culo hacia mí, pero sigo sin quitarte los pantalones. Me divierte ver tu expectación. Me hace desearte tantísimo. Bajo mi cara y te beso los muslos y vuelvo a subir pasándola muy cerca de tu entrepierna pero sin llegar a tocarte. Noto la humedad y tu olor. Eso me embriaga de pasión. Te miro y tienes una expresión casi suplicante, pero sigues sin decir una palabra. ¿No vas a decírmelo? Bueno, entonces tendré que quitarme yo mis pantalones. Me pongo de pie y me miras un poco atónita. Me bajo los pantalones y me quedo allí, en bragas de pie mirándote en tus pantaloncitos cortos. No me acerco, te miro sonriendo, ardiendo de deseo, pero no me muevo. Dudas unos instantes pero al final te pones en pie y te acercas a mí. Me vuelves a besar y tú me quitas las bragas a mí, supongo que sugiriendo que yo haga lo mismo contigo. Pero no lo hago. Espero con impaciencia a que te atrevas a poner la mano entre mis piernas. Te miro con tal deseo que acabas entendiéndolo y cuando me tocas descubres que hasta mis muslos están húmedos. Eso te hace sonreír y por fin me pides que te quite los pantalones. Y yo, obediente, te hago caso y ya aprovechando que te tengo de pie, deslizo tus bragas también hasta tus tobillos. Estamos de pie en la mitad del salón de tu casa, la luz es muy tenue y la atmósfera muy íntima porque las luces de las ventanas de enfrente ya se han apagado. Con esta luz de esta noche de casi luna llena estás preciosa.
Me pides que espere un segundo y te vas. Vuelves con un edredón que colocas en el suelo. Casi en un susurro me invitas a tumbarme a tu lado acostándote tú. Pero yo no quiero acostarme a tu lado, quiero acostarme sobre ti para poder seguir besándote por todo el cuerpo. Me encanta pasar mi lengua por tus muslos y subirla despacio hasta tus ingles, que están saladas por la humedad. Me encanta acercarme a tu coño pero alejarme justo en el último instante. Me encanta porque quiero que me obligues a quedarme. Quiero que tengas el valor de buscar eso que deseas. Tú en lugar de ello me tocas a mí con tus manos. Eres mucho más directa y, como al quitarme la ropa, vuelves otra vez a colocar tu mano entre mis piernas. Eso me gusta y te dejo hacer. Me resulta tierno y a la vez muy excitante sentir tu curiosidad. ¿Será aquí dónde se toca? ¿Es así cómo se hace? Por supuesto, no me lo dices, pero veo que eso es lo que estás pensando y me divierte. Te guío con mis movimientos y con mis manos. Y cuando estoy a punto de explotar me separo de tus manos y acerco mi cara a tu ombligo. Empiezo a bajar y me detengo. Desde lo alto escucho en un susurro: "no pares...". Eso me encanta y como por fin has sido valiente te doy la recompensa. Acerco mis labios a tu clítoris y respiro profundamente para que sientas el calor y la humedad de mi aliento. Y tú, ardiendo en desesperación, arqueas ligeramente tu espalda desplazando tu cuerpo hacia mí, con lo que mi lengua saborea tu deseo.
Me sumergo en tu sabor, me envuelvo de tu olor. Me maravilla oír como se va agitando tu respiración. Me dejo mecer en tus movimientos y noto mariposas en el estómago al sentir como tu cuerpo se contrae y se expande en mi boca mientras tu respiración se llena de gemidos y mi boca se llena de ti en tus espasmos de placer. Después me dejas que te observe desnuda y eso aparentemente te excita otra vez porque tu mano vuelve en busca de lo que no terminó antes. Tú también quieres verme al quebrarme de placer. Y yo, extasiada, te dejo hacer, curiosear, investigar, probar, sentir... jugar haciéndome vibrar de placer.
Me tumbo a tu lado y te abrazo cogiéndote por la espalda. Nos quedamos así en silencio un buen rato, desnudas en la oscuridad que cada vez es más clara en estas noches de junio. Cuando creo que estás casi dormida te susurro algo al oído y tú, que aparentemente no estás tan perdida en tus sueños como creía, me sorprendes acercando tu cabeza más a la mía como acariciándola y regodeándote en mis palabras y en la noche conmigo.
Feliz día del orgullo bisexual. Con deseo y con amor. Ya sabes dónde encontrarme.
Gracias!! :) Feliz orgullo para ti también
ResponderEliminarGracias! Recuerda lo que te dije de este texto y cuándo lo escribí :-)
ResponderEliminarWow Lilie! Precioso texto, en el fondo y en la forma :D
ResponderEliminarEva, viniendo de una filóloga con tus intereses y especialización es un verdadero halago que me llena de alegría. Muchas gracias :-)
ResponderEliminarReconozco que me he puesto húmeda leyéndote...
ResponderEliminarQué guay tener ese efecto :-)!
ResponderEliminarQue hermoso relato es como si hubiese escrito mi relacion con una mujer todo a cambiado en mi vida
ResponderEliminarMe encanto es una experiencia vivida y es lo máximo
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