Sakura Festival en Copenhague

Este fin de semana pasado se celebró en Copenhague la fiesta japonesa de ir a mirar las flores de los cerezos en flor, lo que en japonés se conoce como hanami y que en inglés llaman Sakura Festival.

Hace unos años la Embajada de Japón regaló a la ciudad de Copenhague 200 cerezos japoneses que fueron plantados en un sitio precioso al lado del mar. Y ahora, el último par de primaveras, se celebra esta fiesta tradicional japonesa en la ciudad danesa. No obstante, el problema es que en Copenhague en la época en la que los cerezos florecen suele hacer frío y llover. Pero este año, con el buen tiempo que estamos teniendo, hacía sol y una temperatura suficientemente agradable como para poder estar fuera, así que muchos japoneses, muchos daneses y algunos extranjeros locos con Japón como yo nos juntamos en el lugar para disfrutar de la belleza de los sakura (flores de cerezo), además de ver varias exhibiciones de actividades relacionadas con Japón y degustar, los que así lo pagaran, delicias de la comida japonesa.

El festival duró dos días y nosotros fuimos los dos días. En el lugar las familias y los amigos, todos sentados en el césped bajo los árboles disfrutando del ambiente de picnic. Los niños corriendo de un lado a otro con los tradicionales yoyos japoneses, que son como un globo duro hinchado con agua unido a una goma. Las mujeres, y algunos hombres, vestidos con yukata (como un kimono más ligero de verano). En las casetas se vendía de todo, desde sushi y gyoza (unas empanadillas saladas) hasta anpan (un dulce con judías rojas) y matcha (té verde en polvo). En el escenario se podían ver demostraciones de las artes marciales japonesas (aikido, judo, karate, kendo, ninjutsu). También se tocaron los taiko (tambores japoneses) y cada día se realizó el sado (ceremonia del té), todo con explicaciones para que los no iniciados pudieran entender lo que sucedía. Y por último cada día acabó con bon-odori, el baile típico de los festivales japoneses en el que puede participar todo el mundo bailando en círculos, por supuesto al ritmo de una música tradicional que a mí me encanta.

Conclusión, nosotros estuvimos disfrutando de la nostalgia que nos produce a los dos estar rodeados de japoneses, escuchar otra vez el idioma y revivir un poco las emociones sentidas cuando estábamos en Japón. ¡Cómo lo echo de menos!

Os dejo aquí unas fotos que tomé con el móvil para que veáis el ambiente: