La gente en grupo no solo pierde su identidad y su individualidad sino que, lo que es peor, se espera que sea así. Incluso en los grupos se se supone que reaccionan contra las reglas se crean unas reglas internas. Así por ejemplo entre los punks, los activistas políticos en movimientos estilo grassroot o los queers parece que hay tantas reglas como hay en la sociedad, solo que son otras reglas diferentes.
Os cuento ahora un ejemplo que me pasó este fin de semana y que ilustra lo que estoy diciendo. En una reunión de activismo llega el momento en el que hay que votar por una propuesta que se ha discutido durante un buen rato. El voto es a mano alzada y todos los presentes, excepto yo, levantan la mano votando a favor de la propuesta. Se hace el silencio y me miran desconcertados. Varias personas me dicen "¿Tú no votas?" o "Despierta, que es ahora cuando hay que votar". Aparentemente dejar el brazo abajo para ellos era no votar, no participar en las reglas del grupo. Contesto: "Estoy votando". Y se crea un revuelo donde muchas bocas me preguntan "Ah, ¡¿¿pero que no estás de acuerdo??!". Yo sinceramente me pregunto para qué votamos si el único voto válido es el que se da en la dirección que quiere el grupo. Así más bien parece que votar es una forma de reafirmar la pertenencia a ese grupo.
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