12 febrero 2010

Suicidarse matando a otro

Esta idea de suicidarse tirándose desde lo alto de un edificio es un peligro para los demás. No es la primera vez que sucede que la persona que se lanza desde la ventana aterriza sobre un pobre peatón que resulta muerto en el acto. Lo más irónico de todo es que la persona que intenta matarse al asesinar al otro con el impacto de su caída salva su propia vida. Acaba de suceder esta semana en España en Málaga. Sucede también de vez en cuando en Dinamarca. No hace ni un año que una mujer se lanzó desde lo alto de Rundetårn, una torre alta que hay en la calle peatonal, y fue a caer a los píes de un grupo de niños de guardería que pasaban por allí. 

Yo creo que quitarse la vida es un derecho y no comprendo que en muchas sociedades esté penado como algo ilegal. No obstante, aunque creo que hay que respetar el derecho a suicidarse, también creo que hay que tener respeto por la vida de los demás hasta en ese último momento de desesperación. De poco sirve intentar matarse y sobrevivir para tener en tu conciencia la muerte de otra persona inocente. De menos todavía sirve la muerte de esa otra persona que nada tiene que ver con tu circunstancia.

Lo más terrible es que los suicidios que causan muertes de otras personas no son solo casualidad. Están también todos esos que antes de matarse a sí mismos deciden darse un festín de sangre matando a sus familias, sus ex parejas, sus conocidos o incluso un grupo de gente cualquiera que tenga la desgracia de cruzarse en su camino. Aparentemente alguna gente siente tanto odio y tanta violencia que no puede dejar de hacer maldades o de ser egoísta y pensar solo en sí mismo hasta el final.

votar





7 comentarios:

  1. Es realmente escalofriante la forma en que hablas de la vida. Nadie tiene derecho a suicidarse, porque nadie es dueño de la vida, ni si quiera de la suya. ¿Es que tú pediste nacer? ¿Es que tú pediste ser hombre o mujer? ¿Es que tú pediste vivir en el hemisferio norte?
    No hay que dejarse llevar por el jueguito de los derechos y las libertades, donde presuntamente uno tiene derecho a lo que sea mientras no afecte a los demás…¿Y quién dice cuando afecta y cuando no? ¿Quién dice que la intimidad es tan privativa de uno que no afecta a los demás? No es solamente porque un suicida cae sobre otro que no quería matarse que el suicidio es malo.
    El suicidio es malo y nadie tiene derecho a ejercerlo, porque atenta contra la vida, un don que todos los que estamos aquí hablando hemos recibido, por Gracia de Dios. Nosotros no lo pedimos, no lo solicitamos y ni si quiera podemos decir que teníamos derecho a tenerla. No la merecíamos. Es Dios Padre, porque así cupo en su inteligencia infinita, que nos dio la vida a ti y a mí, y a todos los que pasan por aquí y leen este blog, y también los que no lo leen porque no saben leer, ni saben que es Internet y se encuentran ocupados precisamente tratando de alimentarse para sobrevivir, aunque tengan una vida que ni tu ni yo soportaríamos un solo instante, porque muchas veces tienen que dormirse sin nada en el estómago, sin zapatos y muriéndose de frío.
    Vivimos en una comunidad. Nadie puede subsistir en el mundo sin los demás. No hubiera sido posible crecer y multiplicarse sin contar con el otro. Y el otro tenía que ser de otro sexo, sino jamás hubieran tenido hijos y hoy no estaríamos aquí filosofando.
    Como las células de cualquier organismo vivo que podemos observar, los seres humanos necesitamos los unos de los otros. Hemos recibido el mandato de vivir en comunidad; está inscrito en nuestros genes y no hay nadie, solo Dios, que pueda decir tu no sirves tu mejor muérete. Nadie tiene derecho a quitar la vida a otro, nadie y ni si quiera la propia, porque es un Don, un regalo, que más bien TODOS tenemos el DEBER de preservar. Tanto en el Planeta, como en el hogar y en la intimidad.
    Lo que pasa es que nuestra decadente cultura occidental, en la que se ha entronizado el hedonismo, pretende hacernos creer que estamos aquí para disfrutar, a cualquier precio. Que una vida sin placer no tiene sentido y que el placer es el máximo galardón al que debemos aspirar en todo momento lugar y edad. ¡Nada más falso!
    Lo primero es preservar la vida y procurar que todos tengan la posibilidad de vivirla dignamente, es decir teniendo acceso a una alimentación adecuada, a una vestimenta y un hogar. Que todos tengan una familia, donde poder desarrollar como personas. Que todos tenga la oportunidad de desarrollar sus habilidades y cualidades, llegando a ser quienes están llamados a ser. El bienestar de todos, atañe a cada uno de nosotros. No puede haber derroche, desperdicio y ni si quiera riqueza tolerable, mientras haya hambre, miseria, sufrimiento y dolor.
    Los que más tenemos, somos responsables por los menos afortunados. Y no podemos sentarnos a disfrutar y mucho menos pretender maximizar y llevar al extremo de la sofisticación nuestro disfrute, procurando un placer extraordinario, estimulándonos con leche de vacas sagradas, mientras haya gente que muere de hambre a nuestro alrededor.
    Hemos de disfrutar cuando realmente sobre. Por ahora tenemos un deber. No nos dejemos seducir por los cantos de sirena.

    ResponderEliminar
  2. Respira majo, que te va a dar un síncope. A lo mejor tu sabes lo que es ese placer extraordinario. Yo todavía tengo que verlo.

    ResponderEliminar
  3. Me parto, jeje. Miguel, quien te dice que ese tal Dios existe y no eres un puro resultado del azar? Que tu necesites justificar tu existencia y tantas otras cosas con la existencia de Dios no significa que el resto de los lectores necesitemos hacer lo mismo, asi que ahorrate la evangelizacion, majo.

    Aparte de eso, esto me recuerda aquel caso del que salto del viaducto en Madrid y fue a caer encima de un panadero que casualmente pasaba por alli debajo, matandole en el acto y sobreviviendo el suicida casi sin daño alguno. Una desgracia, la verdad.

    ResponderEliminar
  4. Efectivamente, la vida sin un Dios Creador, principio y fin, no tendría sentido.
    Desde afuera, cada segundo, el Universo me grita que Dios existe. Lo veo en todo lado, en la sincronización de mis pálpitos con mis inhalaciones y exhalaciones. En la forma en que mi sangre gira en torno a todo mi cuerpo, sin descuidar rincón alguno, llevando oxigeno y nutrientes y recogiendo desperdicios, sin que yo tenga nada que ver en ello, sin que me tenga que preocupar llevando la cuenta, pesándola, midiéndola, reteniéndola, expulsándola…
    Estamos sobre una minúscula roca efectuando un viaje sideral, expuestos a millones de peligros y sin embargo, venimos atravesando el espacio a una velocidad descomunal desde hace miles de millones de años, sin haber colisionado con otro cuerpo celeste, cuando millones de estos están chocando y destruyéndose en este momento que yo escribo y tu lees estas líneas.
    Pese a ser tan insignificantes, como un grano de arena en la playa, hasta ahora los científicos no pueden encontrar vida semejante en otro lado, en toda la parte que han podido examinar…Somos únicos, excepcionales…
    No hay duda algo extraordinario ha sucedido con nosotros; alguien lo ha causado, alguien lo ha creado, alguien lo sujeta, alguien lo protege…Alguien a quien le importamos tanto; alguien se ha dado el trabajo, se ha tomado la molestia…¿Por qué? Desde adentro una voz me dice, que es nuestro Padre, Dios y que lo ha hecho por Amor.
    Finalmente y solo para respaldar mis reflexiones, pues con justicia alguien puede decir y quien es este, quiero citar una frase de Einstein, padre de la relatividad, cuyo estudio está íntimamente asociado al de la velocidad de la luz, este fenómeno tan intrigante como apasionante, dijo alguna vez: “la luz es la sombra de Dios”. Dos mil años antes Jesús había dicho: yo soy la luz, la verdad y la vida.
    Algo hay, pues, más allá de mi necesidad de justificar mi existencia…
    Y, si, efectivamente una desgracia y un crimen, porque nadie tiene derecho a quitarse la vida, ni a quitársela a los demás. Claro que en este caso fue un accidente, pero hubiera podido evitarse si el individuo aquel no hubiera tomado tan infeliz decisión.
    Vaya usted a saber por qué este panadero tuvo que pagar con su vida una nueva oportunidad para el fallido suicida.

    ResponderEliminar
  5. Me parto. Y solo digo lo que dije... a evangelizar a otra aldea, tron, que ya te repites.

    ResponderEliminar
  6. Pues, yo sólo me limité a dar mi opinión. ¿No te gustan las opiniones discordantes? ¿Quieres que todos cantemos a coro tu misma y única melodía? Pues hay algunos que tratamos de pensar de otro modo y no tenemos temor de pasar por la puerta angosta. Aunque seamos minoría. Aunque nos miren con desprecio y se burlen de nosotros. Pero hay otros que resulta que son tan abiertos, tan avanzados, tan modernos y progresistas, que quieres excluirnos…

    Sal de ti por una vez y trata de entender a los que no siguen la moda. ¡Levántate! ¡Elévate!

    Entiendo que no hemos sabido construir el mundo que debíamos, por eso muchos sufren hambre, pobreza, frio, dolor, miseria, soledad, tristeza…Y otros decepción.

    Pero es posible cambiar este mundo, hacerlo mejor para todos. Es cuestión de salir de nosotros; de abandonar el yo y mirar a los demás. Ser más tolerantes…tratarnos como hermanos. Es difícil, pero no imposible. ¡Prueba!

    ResponderEliminar
  7. Buenas,

    Miguel, tanto tu como yo sabemos que el mundo nunca será mejor, que mientras el hombre tenga esa capacidad de usar las manos para destruir todo lo que ellas tocan nada cambiará, todo seguirá igual, por mucho que duela, así es.
    Yo no creo mucho en Dios, bueno en el fondo quiero creer, creer que alguien escucha tus llantos cuando otros hacen oidos sordos está bien. Quisiera creer que Dios existe, pero Dios no permetiria esta destrucción, solo nos salvaria volver a empezar de cero... Sería algo que me obligaria a creeer en Dios.

    Un besote.

    ResponderEliminar

Si tienes problemas para dejar tu comentario, vuelve a pulsar en "Publicar". Casi siempre con insistir un par de veces funciona. Si no también puedes enviármelo a mi email en lilleskvat(a)gmail.com