Tras una noche de visita en urgencias en el hospital en Copenhague no puedo más que quejarme aunque sea por aquí. Sinceramente no me extraña nada que el
sistema sanitario de este país esté al mismo nivel que el de Albania según algunos índices internacionales, nada menos que el
31 dentro de Europa. Está claro que las urgencias desde luego no funcionan ni de lejos como en España y eso que allí también hay muchos motivos para quejarse.
Para empezar llamamos al médico de guardia. Ya
he explicado antes que a no ser que estés muy grave no puedes llamar ni al 112 (lógico) ni presentarte en urgencias en un hospital (no tan lógico).
Tienes que llamar y hablar con un médico de guardia que decide si lo que te pasa es suficientemente importante para no poder esperar a ir al médico de cabecera habitual. Existe un teléfono para cada región, que equivale a una comunidad autónoma. Así la región de Copenhague, con nada menos que 1.200.000 habitantes, llama al mismo teléfono. Eso no sería un problema si estuviera organizado de forma eficaz, como por ejemplo los teléfonos 112. Pero no es así, la cola para esperar es siempre larguísima. Y en mitad de la noche solo hay
una persona para contestar el teléfono. Es decir, más de 1 millón de personas tienen a un único médico. Eso significa que en nuestro caso nos tocó esperar más de 1 hora y media al teléfono hasta que nos llegó el turno.
Si aquí se acabaran los problemas todavía no estaría tan mal. Pero esto es solo el inicio. Si estás muy grave aunque no lo sepas, desde luego que ya has perdido casi dos horas de tiempo valioso. El siguiente obstáculo es hablar con el médico. Como está estresado por la cantidad de gente en el teléfono, no tiene ni paciencia ni ganas de escuchar. Consecuencia, te despacha en cuestión de menos de dos minutos si le es posible. Existen cientos de reclamaciones por el tratamiento de estos médicos, tanto que ha llegado a ser un tema político en este país. Pero lo que es peor no es que sean antipáticos, sino que como no te escuchan tampoco son capaces de diagnosticar bien lo que te sucede, y eso también ha llevado a literalmente cientos de muertes en la última década.
En mi caso, el tipo piensa que es necesario que vaya a urgencias al hospital en medio de la noche porque necesito que me hagan una prueba con urgencia. Así que con varios grados bajo cero, todo nevado y en mitad de la noche nos bajamos a por un taxi y nos presentamos en urgencias. Allí, claro, ya saben qué voy a ir.
Urgencias en Dinamarca en uno de los hospitales más grandes de Copenhague en mitad de la noche. Ni una sola persona en la sala de espera. Ni un solo paciente en espera. Todo completamente vacío. 5 enfermeras en la recepción de charla. Les cuento lo que me pasa y me piden que espere. Espero, aunque no sé muy bien por qué considerando que no hay nadie. NADIE. Más de media hora después viene una de las enfermeras a pedirme que la acompañe a la sala de exploración. Otro cuarto de hora mirando a la pared esperando a que llegue alguien. Entra una médica joven y en menos de 2 minutos ya está dispuesta a salir por la puerta diciéndome que vaya a mi médico de cabecera por el día. Por supuesto, prueba no me hace ni una, ni siquiera las exploraciones habituales para este tipo de síntomas. La detengo y empiezo a preguntar cosas sobre el diagnóstico y la supuesta gravedad del asunto. Explico algo sobre mi historia médica previa que está relacionado y me da una respuesta que me deja a cuadros. "Ah, no sé, no soy especialista, de eso no entiendo, solo soy una médica de reserva". Hablamos un poco más y me dice que no puede descartar que haya sido algo grave, pero que como ahora parece que estoy casi bien, que me vaya a casa. Se va sin darme un informe o nada. Salgo por la puerta y voy al control. Una de las varias enfermeras allí sentadas me dice que no sabe cuanto tengo que esperar por el informe, que tal vez horas, dependiendo del trabajo que tengan. Miro a mi alrededor y todo sigue vacío excepto un hombre que acaban de traer en ambulancia y está en su camilla esperando en el pasillo sin ser atendido. Pregunto entonces si el informe se lo envían a mi médico de cabecera y me dice que claro. ¡Pues habérmelo dicho, mujer!
Me vuelvo a casa, con los mismos síntomas que antes de llamar al médico de urgencias varias horas antes y sin haber sacado nada en claro más que puedo haber tenido algo grave que no descartan pero que no lo saben y tampoco se han propuesto averiguarlo. Si eso tendrá consecuencias serias me tocará descubrirlo y sufrirlo a mí. No me han hecho una prueba, no me han dado el tratamiento necesario si lo que me pasaba es lo que creen que puede ser. Nada de nada. Una completa pérdida de tiempo. Eso explica que aquí la gente no vaya a urgencias hasta el último momento. Por eso está todo vacío.
He estado leyendo y al parecer en urgencias en los hospitales no tienen médicos especialistas. De hecho, normalmente te tratan estudiantes de doctorado en prácticas o médicos recién licenciados. Esto es un claro problema en un sitio en el que las decisiones que uno toma son muy importantes, urgentes y necesarias. Algunos partidos políticos y asociaciones de médicos abogan por un cambio del sistema de urgencias. Mientras tanto, la gente seguimos siendo cobayas en su juego...
Por supuesto, esta no es la primera vez que voy a urgencias en Dinamarca después de tantos años. Y nunca me ha parecido que el tratamiento haya sido el adecuado.