Decirle a alguien que quieres que te respete es completamente aceptable y comprensible, pero gritárselo no lo es. Y no lo es porque al gritar a la persona estás faltándole tú el respeto y en consecuencia te quedas sin ningún argumento. Después de eso ya nada importa si tenías o no tenías razón en tu queja. Los gritos hacen que pierda toda la legitimidad.
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