Hay algo en vuestro calor y en vuestro olor que me infunde seguridad y me relaja cuando mi cabeza está alterada. Algo que hace que, cuando no puedo dormir y me pego a tu cuerpo, me sosiegue y mi mente descanse. Algo que se tranquiliza al sentir tu piel cuando finalmente nos acercamos después de estar una tarde tratándonos casi sin saber cómo hablarnos. Vuestros cuerpos, vuestros alientos, vuestros sudores, vuestras humedades, vuestras temperaturas, vuestras pieles... me calman.
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