¿Para qué nos hace falta definir el nombre de la relación que queremos tener cuando no lo sabemos? No somos amigas, no somos pareja, no estamos dating, no... y al mismo tiempo hacemos y decimos cosas que se parecen mucho a todo eso. ¿Para qué ponerle una etiqueta y con ello limitar nuestros sentimientos y nuestras acciones? Tal vez ni siquiera exista una etiqueta para lo que somos y tenemos, y tampoco importa. Si queremos estar juntas, si pretendemos seguir hablando como antes, si disfrutamos de los ratos que compartimos, si deseamos tener contacto físico y no dejar de tocarnos, si queremos tener a otra gente y poder hablar entre nosotras sobre ello, si nos echamos de menos cuando dejamos de hablarnos, si sentimos algo tan intenso pero no sabemos darle nombre, ¿para qué hacerlo? Lo que hagamos cuando no estemos juntas o lo que los demás llamen a lo que tenemos da igual. No define lo que sentimos ni queremos. Dejémonos llevar y disfrutemos de la suerte de tener ambas ese interés, ese amor, ese deseo, esa amistad, esa confianza, esa intimidad, esa curiosidad...
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