Sommerfuglesommer he llamado al álbum. Es decir, verano de mariposas. Pero en danés es mucho más bonito, porque mariposa se llama pájaro de verano.
Dicen que las alas de una mariposa pueden provocar un huracán en el otro extremo de la tierra en otro momento. Tú eres una mariposa pues. Un pequeño movimiento apenas perceptible despierta mucho después un huracán en mí. Desatas el caos, como la teoría.
Cuando uno se enamora de alguien dicen que se sienten mariposas en el estómago. Tú has dicho en algún momento estarlo de mí. Yo también he dicho en algún momento estarlo de ti.
Pero las mariposas son fugaces, breves, igual que el tiempo en el que tanto tú como yo hemos dicho estar enamoradas la una de la otra. Instantes breves y bellos y casi irreales como ese frágil insecto.
Las mariposas van de flor en flor, chupando el néctar de una y saltando sin más a la siguiente flor. Todo el verano me he preguntado si eso fue lo que sucedió entre nosotras.
El verano es ese momento en el que se recogen los frutos de la pasión sembrados anteriormente. Podría decirse que nuestra siembra tuvo lugar mucho antes de ese invierno gélido de silencio. Y que la cosecha que se atisbaba en el inicio del verano todavía está por ver.
Dicen en español que mejor un pájaro en mano que ciento volando y a veces me da la impresión de haber sido eso. Un aprovechamiento de lo disponible en lugar de una espera a tu sueño mejor.
No te puedes ni imaginar cuántos significados hay detrás de los nombres insignificantes que les doy a las cosas a veces... Y lo peor de todo es que ni siquiera te das cuenta de que les he puesto un nombre.
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