
Si me concentro solo en mi
identidad de género y mi
orientación sexual, que es en lo que todo el mundo piensa cuando se habla de
salir del armario, y si me refiero solamente del momento inicial en el que empecé a definirme de un determinado modo y no cada vez que he tenido que decirle a una persona que no soy parte de sus normas, considero que he tenido que salir del armario muchas veces con
etiquetas diferentes. Primero como
lesbiana, luego como
bisexual, después como
pansexual, más tarde como
sexual, luego como
queer, más tarde como
genderqueer, después como
transgénero, más tarde como
autogénero. Por supuesto, una etiqueta no elimina necesariamente las anteriores. Si a esto unimos mi
sexualidad y mis
relaciones, también empecé como
monógama, que como en la mayoría de los casos pronto se vio que en realidad era
monógama infiel "arrepentida", que luego se transformó en
semi-monógama todavía interesada en algunas de mis ex, luego como
poliamorosa y finalmente como
anarquista relacional queer. También he ido pasado de la norma
vainilla a definirme como
kinky con interés en todo tipo de sexo y en muchas cosas que se consideran parafilias por nuestras sociedades moralizantes y enfermas. Y de hecho lo último que he añadido es que también soy
objetosexual (que en inglés es
objectumsexual).
Pero como digo, también se sale del armario en muchos otros aspectos, cualquiera que no sea normativo. Y yo me he visto saliendo del armario como atea, como feminista, como pro-sexo, como anarquista antidemócrata, como enferma psíquica y física, como perteneciente a la clase baja, como inmigrante... Incluso como persona casada, académica o blanca, dependiendo del contexto en el que me estuviera moviendo.
Salir del armario no se acaba nunca mientras se está vivo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Si tienes problemas para dejar tu comentario, vuelve a pulsar en "Publicar". Casi siempre con insistir un par de veces funciona. Si no también puedes enviármelo a mi email en lilleskvat(a)gmail.com