Como ya os he dicho, no dejo nunca de pensar en viajar. Por eso, no es raro que caiga en mis manos un catálogo de alguna agencia de viajes, o que tome prestada una guía de algún destino en la biblioteca, o que esté suscrita a webs y blogs de viajes.
Pues bien, en todos estos sitios, una cosa que me llama la atención siempre son las fotografías. "¡Claro!, ¿y a quién no?" estaréis pensando. Pero con ello no me refiero a que me gustan las fotos, que me hacen soñar, que algunas son preciosas, etc., aunque todo esto es cierto. Lo que quiero decir es que me resulta curioso ver cómo se manipula la realidad para intentar venderla más interesante, como si no fuera suficientemente interesante en sí misma.
¿Y qué quiero decir con esto de la manipulación? Pues que las fotos que se eligen lo son por el exotismo... tanto que a menudo son más exóticas que la realidad. Así, no sé si os habéis dado cuenta, los catálogos y guías están llenos de personas viejas y arrugadas vestidas de forma tradicional. Eso nos vende la idea de tradición, cultura y exotismo. También, las fotos están llenas de calles con un aspecto antiguo, rincones en los que no se ven anuncios, coches o los dos turistas con mochila de turno. Y además no solo eso, sino que están escogidas para los lectores. Así, una foto del sur de Europa para un danés está llena de ropa tendida entre las casas (porque aquí habitualmente eso no se hace), de mercados "exóticos" llenos de frutas o pescado, de ancianas con pañuelo y delantal, de viejos con boina y el chato de vino jugando a las cartas, etc. Y al revés, si te vas a España en un catálogo sobre Escandinavia te encuentras samis (lapones) vestidos con el traje tradicional, rubios y rubias comiendo en una terraza soleada, paisajes cubiertos de nieve completamente blanca, mares helados con una barquita exótica, alces cruzando las carreteras, etc. ¿Creéis que esas imágenes se corresponden con la realidad? Porque claro que todo eso existe. El asunto es que en Madrid para encontrarte a los viejos con boina jugando a las cartas tienes que buscar con lupa, y en Escandinavia para cruzarte con el alce tienes que estar un año constantemente metido en el coche de norte a sur y otra vez a ver si te sale por algún sitio.
Vamos, que en realidad en el fondo los lugares a visitar son muy diferentes a las imágenes que uno se construye en la cabeza si lo único que ve de Egipto son imágenes del desierto y las pirámides, sin saber que cuando llegas allí hay bloques de viviendas casi hasta la puerta de la cámara secreta.
Pues bien, en todos estos sitios, una cosa que me llama la atención siempre son las fotografías. "¡Claro!, ¿y a quién no?" estaréis pensando. Pero con ello no me refiero a que me gustan las fotos, que me hacen soñar, que algunas son preciosas, etc., aunque todo esto es cierto. Lo que quiero decir es que me resulta curioso ver cómo se manipula la realidad para intentar venderla más interesante, como si no fuera suficientemente interesante en sí misma.
¿Y qué quiero decir con esto de la manipulación? Pues que las fotos que se eligen lo son por el exotismo... tanto que a menudo son más exóticas que la realidad. Así, no sé si os habéis dado cuenta, los catálogos y guías están llenos de personas viejas y arrugadas vestidas de forma tradicional. Eso nos vende la idea de tradición, cultura y exotismo. También, las fotos están llenas de calles con un aspecto antiguo, rincones en los que no se ven anuncios, coches o los dos turistas con mochila de turno. Y además no solo eso, sino que están escogidas para los lectores. Así, una foto del sur de Europa para un danés está llena de ropa tendida entre las casas (porque aquí habitualmente eso no se hace), de mercados "exóticos" llenos de frutas o pescado, de ancianas con pañuelo y delantal, de viejos con boina y el chato de vino jugando a las cartas, etc. Y al revés, si te vas a España en un catálogo sobre Escandinavia te encuentras samis (lapones) vestidos con el traje tradicional, rubios y rubias comiendo en una terraza soleada, paisajes cubiertos de nieve completamente blanca, mares helados con una barquita exótica, alces cruzando las carreteras, etc. ¿Creéis que esas imágenes se corresponden con la realidad? Porque claro que todo eso existe. El asunto es que en Madrid para encontrarte a los viejos con boina jugando a las cartas tienes que buscar con lupa, y en Escandinavia para cruzarte con el alce tienes que estar un año constantemente metido en el coche de norte a sur y otra vez a ver si te sale por algún sitio.
Vamos, que en realidad en el fondo los lugares a visitar son muy diferentes a las imágenes que uno se construye en la cabeza si lo único que ve de Egipto son imágenes del desierto y las pirámides, sin saber que cuando llegas allí hay bloques de viviendas casi hasta la puerta de la cámara secreta.
Que razón tienes chica.Pero si pusieran ese bloque de pisos en la foto no sería tan atractiva la campaña. Una vez fuimos a una casa rural con parajes preciosos la casa en fotos una maravilla.
ResponderEliminarNos vendió los ojos y el precio.Al llegar el paisaje no era exactamente lo del folleto y mucho menos la casa.Los animales que vimos eran ratas y llegar a esa preciosa ladera nos costo mas de cuatro horas y a machetazos para apartar las ramas espinosas del camino.Pero no todo es igual hay sitios insospechados dignos de visitar.A mi me gusta viajar y conocer sitios,no salimos de la peninsula española por la fobia que he desarrollado a los aviones y soy incapaz de controlar.Me conformo viendo las fotos. Eso me ha hecho descubrir sitios que ni me imaginaba que existen.Si hay pueblecitos con ancianos y boina jugando a las cartas.En Madrid olvidate jejje.
Sí, ese es el asunto, que te venden gato por libre, o en tu caso por rata :-(
ResponderEliminarDesde luego que en España hay sitios preciosos. Es un país enorme y muy diverso. Se puede encontrar de todo, desde el anciano y la boina hasta los hippies tocando la flauta y haciendo malabares.