Esta semana he leído
"El honor del samurái" (Cloud Of Sparrows), de
Takeshi Matsuoka en su traducción al español realizada por
Fernando Mateo. Se trata de un libro que K se había comprado una de las veces en España para practicar su español y que no creo que esté considerado como una obra de gran valor literario, sino más bien una novela para leer en la cama cuando estás cansado y tienes ganas de perderte en algo fácil. En realidad él lo eligió más por el tema y la supuesta simplicidad del lenguaje utilizado.
La historia se desarrolla en Japón unos pocos años después de la apertura del país forzada por los americanos. El gran daimyo (señor feudal) de Akaoka, un tal Genji Okumichi, acoge a unos estadounidenses misioneros cristianos. Así, la historia es contada desde dos perspectivas, la japonesa y la americana, y cada una de estas desde varios personajes distintos.
Como novela de aventuras que es, está llena de violencia, sangre, sexo, acción... todo envuelto por las descripciones muy gráficas de dos culturas pintorescas: el oeste americano y el Japón de los samuráis. Como la historia transcurre rápido, no te da tiempo a aburrirte. Aunque sí que te da tiempo a sentir rechazo por esa pasión por el gore sangriento y especialmente agresivo contra las mujeres.
Como no quiero destrozar el final para los que estén interesados en leerla, voy a apuntar solo un par de detalles que me llaman la atención.
Primero me sorprende ver que el autor es japonés-americano de primera generación. Por algunos errores que comete hablando de la historia de Japón había pensado que se trataba de un escritor de segunda o tercera generación. Un error es especialmente importante y acuciante, ya que se repite dos veces. Se habla de la victoria japonesa sobre los mongoles como si hubiese habido una batalla física. La historia sin embargo nos dice que los mongoles no llegaron a Japón, fue el mar el que los venció (un poco como lo sucedido con la dichosa Armada Invencible). Así que me llama mucho la atención que aparentemente en la mitología local nacionalista son los bravos guerreros japoneses los que consiguen la victoria.
Segundo me resulta inquietante que me parezca más desagradable leer las escenas de violencia sexual que las de violencia guerrera. Por algún motivo leer sobre muertos y mutilados me desagrada menos que leer sobre violaciones. Me pregunto si es así en general para todos los lectores.
Tercero me parece destacable la atención que el autor da a las cuestiones políticamente correctas. Mis prejuicios me dicen que es algo que ha debido adquirir en Estados Unidos. En la novela se puede ver un interés en la posición de la mujer, la igualdad social, la igualdad entre naciones, incluso el tratamiento aceptable de la homosexualidad.
A este último respecto es curioso ver que uno de los personajes secundarios pero que más influencia tienen en la historia es un samurái hombre enamorado de su señor cuyo mayor sueño es morir entre sus brazos.
Un aspecto que sí me agrada es la completa doble moral del algunos personajes en lugar de la versión simplista que este tipo de obras fáciles suelen conllevar. Genji mismo, el supuesto héroe, comete las atrocidades más terribles sin el menor escrúpulo ni justificación.
En cuanto a la traducción, me hubiera gustado que Fernando Mateo hubiera dejado más palabras en japonés. Es decir, que las explicara cuando aparecen la primera vez, pero luego las dejara como deben ser. Al estudiar historia se aprenden estos conceptos en ese idioma. No veo que al leer la novela, que pretende ser histórica, haya que traducirlos. Por tanto, que no llamara señores a los daimyos, guerreros a los samuráis, etc.
Concluyendo, creo que es una obra fácil de leer si estás interesado por las novelas históricas y de acción, con un fondo pintoresco. Pero desde luego no es ninguna obra maestra.