Después de decirle adiós a los hijos, al poder tenerlo, adoptarlo o lo que fuera, después de discusiones, lloros, charlas, decisiones, dudas, etc... después de todo eso K llegó un día y dijo que quería que probásemos esa última opción: preguntarle a su hermana HH. Él había sugerido esa posibilidad hacía meses de broma y después poco a poco habíamos hablado sobre ello muchas veces, valorando la situación, analizando nuestros sentimientos al respecto, intentado imaginar los sentimientos de HH ante tal pregunta, intentando entender si era posible hacer la pregunta, si era terrible hacerla... Habíamos estado meses dándole vueltas un poco como tontería mientras mirábamos otras opciones y por fin, sin más salidas, después de haberme dado por vencida y haber decidido que era el fin del proyecto de tener hijos, K sintió que si no lo preguntábamos después en el futuro nos lamentaríamos por no saber qué es lo que habría pasado si lo hubiéramos hecho. Así que finalmente pensó que si en algún momento la situación invitaba a la pregunta, debíamos hacerla aún esperando como respuesta un no...
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