15 noviembre 2011

Delirio febril en la madrugada

Llevo más de una semana enferma con fiebre y sin poder descansar bien. En estado febril deliro en la madrugada dándole vueltas inconexas sin fin a todo lo que tiene que ver contigo. A cómo han sido todos estos años contigo en mi vida, a cómo fue ese último año sin hablarnos y lo que lo produjo, a cómo ha pasado el verano, a cómo te comportas ahora. Lo que vislumbro en la penumbra de mi delirio me hace retorcerme y me incomoda enormemente. No entiendo nada y al mismo tiempo lo veo todo con nitidez. La oscuridad de la habitación se llena de nuestras luces y sombras que me transportan de un recuerdo a otro. Del eco de tu risa al silencio espasmódico de tu ausencia. De la horripilante dureza de tus palabras a la bella debilidad detrás de tu máscara. Del escalofrío sonoro en tu boca a la gelidez sorda de tu rechazo. De la aspereza de tu incomprensión y su desagradable aroma a falsa tolerancia a la suavidad cálida de tu piel y su hipnotizador hedor a sudor rancio. De la intimidad más privada a ese torrente inagotable de nombres y espectadores cualquieras. De esa angustia vital aterradoramente desesperada a la narcótica cercanía corporal. De tu humedad en mi mano a la sequedad de mi boca y la humedad de mis ojos... Fantasmas todos de mi cerebro que me desvelan, pero que no recuerdan nunca hacerte una visita de madrugada a ti. 

Esta fiebre ensordecedora enmudece mis sollozos, los mezcla con gritos silenciosos y confunde mis deseos. Sin ver nada pero entendiéndolo todo, el camino por el que avanzo contigo se transforma en un laberinto. Cuanto más me adentro más comprendo pero menos sé regresar a la salida. Cuanto más comprendo más bello me parece y al mismo tiempo más reconozco su peligro y más terror me causa. Si el corazón de tu laberinto fuera ese órgano latente en el que diluir mi sangre caliente con la tuya para manar en todas direcciones arrojada con ese impulso que por su naturaleza siempre me retornará a ti, el tortuoso sendero sinuoso merecería sin duda la pena. Pero mucho me temo que en el corazón de tu laberinto para mí solo hay reservada una piedra fría con la que golpear hasta ensangrentar mi frente y que tu sangre caliente no siente ese urgente anhelo de mezclarse con alguien de mi género, mi ideología y mi personalidad. Pero sobre todo con alguien que tan abiertamente muestra tal pasión racionalmente irracional por ti.

votar





2 comentarios:

  1. me suena que hace poco habías proclamado no haber estado nunca enmoradx?? y esto que eh lo que éh, entonces, si no purito mal de amores???

    ResponderEliminar
  2. No es cierto, Farala, que diga no haber estado nunca enamoradx. Pero sí que no sé cómo se define. Puedes ver más aquí: Definiendo enamoramiento. De hecho, alguien me preguntaba hace unos días algo similar y contesté aquí La última página de nuestra larga historia de amor que interpretaría lo que sentía por aquella chica de la que hablaba en esa entrada (y que no es esta persona) como un "enamoramiento abrasador".

    En respuesta a lo que dices, sin duda es purito mal de amores, pero aunque te parezca extraño, no diría que se deba a mi supuesto enamoramiento, ya que la mayor parte de los días no definiría lo que siento por ella como tal.

    ResponderEliminar

Si tienes problemas para dejar tu comentario, vuelve a pulsar en "Publicar". Casi siempre con insistir un par de veces funciona. Si no también puedes enviármelo a mi email en lilleskvat(a)gmail.com