Durante más de 15 años fui completamente abstemia. No bebí ni un trago de alcohol. Lo cual es de veras difícil en un país tan enfocado a beber alcohol como forma de socializar y divertirse como lo es Dinamarca. Y de repente el año pasado, en un período muy difícil para mí en el que todo me iba mal, un día me pedí una cerveza y probé el alcohol al charlar con unos amigos. Desde entonces ya no he parado. Es decir, ahora bebo en las fiestas como los demás. Bebo cuando salgo y me divierto. Pero todavía no había llegado a emborracharme a lo bestia porque tampoco le veo la gracia y no lo busco. No obstante, cuando estás ocupado y de buen humor, si alguien te sirve las bebidas, es más difícil controlar lo que bebes, y este fin de semana por primera vez desde 1993 me he emborrachado tanto que he acabado vomitando. Después de probar esto de volver a la adolescencia con el alcohol, sinceramente sigo sin verle la gracia. Está muy bien relajarse y sobre todo poder comportarse de una forma que no te excluya del grupo, ya que sin beber la gente te trata como aburrida. Pero emborracharse hasta enfermar desde luego para mí ni mola ni se siente bien.
Sin embargo, algo que noto con todo esto es lo fácil que me sería volverme alcohólica. Una vez iniciado algo, es muy sencillo continuarlo e ir aumentándolo. Si no es así para todo el mundo, sin duda que lo es para mí.
Te entiendo con lo de sentirte excluida del grupo. Yo desde hace unos años no puedo beber por un medicamento que tomo y todo el mundo se sorprende siempre de que no beba y raro es quien no pregunta por qué. Incluso me han llegado a decir: ¡No sé cómo te puedes divertir sin beber!. Hasta que no dejé de beber no me di cuenta de la importancia que tiene el alcohol en la sociedad...
ResponderEliminar