En los últimos meses, cuatro veces me ha pasado ya con personas diferentes estar viendo una película, corto o grabación pornográfica sentada al lado de la persona que esta follando en la pantalla después de pasar varias horas con él o ella. Y lo cierto es que es una sensación muy extraña y muy guay al mismo tiempo. Extraña porque normalmente al ver porno no suelo conocer a los implicados en carne y hueso, aunque vea sus carnes y a veces hasta sus huesos. Muy guay porque tener la suerte de conocer de forma personal y directa a gente que trabaja en la industria del sexo de uno u otro modo y/o que hace arte relacionado con el sexo me está abriendo puertas a vivencias que no había tenido hasta recientemente, que desde siempre me habían atraído, y que están ampliando lo que hay en mi mente y mejorando mi calidad de vida.
Es un verdadero lujo poder compartir después de la proyección mis opiniones sobre lo que hemos visto, escuchar sus motivos, conocer más sobre sus vidas, aprender técnicas y oír opiniones basadas en algo real y no solo en rumores infundados. Además, es maravilloso por fin encontrar a gente que puede hablar de forma abierta sobre sexo sin escandalizarse, sin ruborizarse, sin tener espasmos, sin fanfarronear, sin mentir, sin exagerar... Especialmente cuando esta gente parece que se interesa por tipos de sexualidad, cuerpos, actividades, géneros, orientaciones y deseos, similares a los míos. También me gusta que sea tan real la sexualidad, que esté allí presente, que la persona sentada a mi lado pueda entender y apreciar que me estoy poniendo cachonda con ver cómo tiene sexo y cómo observo su cuerpo y sus reacciones. Y al mismo tiempo que ello no implique necesariamente que quiero o no quiero algo con esa personas o esa persona conmigo. Que todo esté abierto y claro.
Las cuatro personas con las que he compartido momentos así son muy diferentes y muy interesantes cada una a su modo. Dos son grandes artistas porno internacionales enormemente conocidos dentro del ambiente LGBT+ y queer. Sus películas son exitazos y por tanto sus experiencias así lo reflejan. Llevábamos relacionándonos meses antes de compartir su porno en dos butacas contiguas, pero la relación había sido sobre todo de forma electrónica, por teléfono, email y Facebook. Con uno de ellos la magia al conocernos fue inmediata y estoy todavía flotando de lo maravilloso que es. Con la otra, fue más tenso que lo que hubiera esperando y me llevé una impresión muy diferente a la que tenía antes de pasar unas horas con ella.
Las otras dos personas son menos conocidas de forma pública. Una de ellas también empieza a hacer sus pinitos en comunidades queers y a crearse un nombre dentro del postporno. Y es encantadora y muy sexy. La última, con quien tengo una relación más personal, continua y cercana desde hace ya tiempo, es una profesional con una larga experiencia como trabajadora del sexo y una mujer maravillosa de la que estoy completamente prendada porque sencillamente irradia una energía que me reaviva.
El que estas personas tengan experiencias tan diferentes, y el sexo en la pantalla que han compartido conmigo sea tan diferente, es en sí mismo enriquecedor, porque me muestra mundos paralelos que aunque se entrecruzan en algunos aspectos, están completamente separados en otros. Cómo me maravilla seguir siempre descubriendo nuevas facetas sobre la/mi sexualidad.
¡Olé, ese Buck Angel!
ResponderEliminarMuy bien reconocido ;-)
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