Toda esta historieta de discusión con mi amigo sobre sus mentiras me ha vuelto a demostrar una vez más que el orgullo es terrible para las relaciones con los demás. Si en vez de tener tanto orgullo hubiera reconocido la mentira las cosas no hubieran llegado tan lejos. Si en vez de escribirme en tono airado quejándose de que le acusaba de mentir y atacándome hubiera escrito diciendo que me había mentido por tal o cual razón, lo hubiera aceptado. Si en vez de intentar quedar por encima con el tono más borde y la mayor falta de educación, además del mayor número de ataques y basura, hubiera intentado entender lo que le estaba diciendo dejando su herido orgullo un poco de lado no hubiera perdido una amiga.
Sinceramente es tan patético que no tengo palabras. No quiere hablarme porque le he pillado en su mentira, pues él mismo. Estoy más que cansada de grandes egos. Si no tiene la decencia de reconocer las cosas, no hay nada que hacer.
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