Me das un toque. Me escribes un email. Me dices que me echas de menos pero al mismo tiempo añades que no te atreves a tener contacto conmigo. ¿Entonces para qué me escribes? ¿Para qué el toque? ¿Para qué todo esto? No te entiendo. ¿Qué buscas? ¿Limpiar tu conciencia diciéndome palabras bonitas y que sientes lo que me has hecho? ¿O volver a tener contacto? ¿Ser amigas otra vez? ¿O tal vez aquel polvo exótico y prohibido que no conseguiste? No lo entiendo y sin entenderlo no voy a actuar de ningún modo. Se más clara y entonces yo sabré ante qué tengo que reaccionar. Sin saber lo que pretendes, ¿cómo quieres que te conteste? ¿O es que no quieres una respuesta? Pero entonces, ¿para qué insistes?
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