Creía que ya no me importabas nada. Nada de nada. Había dejado de pensar en ti, de mirar al pasar por la calle en la dirección de su casa para ver si te encontraba, de tener en mi muro lo que escribías en Facebook, de acordarme de lo que pasó y de referirme a ti... Y sin embargo hoy he tenido que ir a tu barrio a trabajar y después de tu mensajito de ayer, que apenas me afectó entonces, no he podido evitar pensar en ti y recordar lo que pasó y sentir dolor y tristeza. Sinceramente metiste tanto la pata que no puedo ni creérmelo.
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