Ayer paseando por el centro de Copenhague me dice K que espere un segundo y se aparta a un lado. Le pregunto qué le pasa porque se estaba comportando un poco raro y me dice que uno de esos dos chavales que pasaban le estaban tocando en la mochila. Miro la mochila y está abierta, pero afortunadamente como no había nada de valor (y ya es suerte, porque suele tener su móvil encendido dentro y a la vista) no se llevaron nada. Vamos, que le habían intentado robar.
Curiosamente luego vamos a Oscar, el café de ambiente del que ya he hablado en otra ocasión y en la mesa de al lado está una mujer contando que al salir a fumar otra mujer le ha intentado robar el móvil: le preguntó si podía tomar el móvil prestado y al dejárselo empezó a andar y cuando le dijo que no podía alejarse con el móvil se lo devolvió sin llamar.
Debemos concluir entonces que este "paraíso" en el que uno se puede dejar las cosas sin vigilancia o bien no lo es tanto o más bien lo está dejando de ser. Ahora hay que tener cuidado.
Por cierto que esa misma situación de la mochila nos ha pasado en Madrid en Chueca, así que es una forma habitual de robo.
Lo de las mochilas es un peligro. Como siempre.
ResponderEliminarA ver si las venden con trampa para osos y al menos se deja la mano alli pillada el desgraciado o con phaser estilo americano para que aprenda a no meter cosas en lugares donde nadie le ha dado permiso (lease mano y mochila) :o)
¡Animaaaaal! ¿Y que hago yo con una mano en mi mochila?
ResponderEliminarPues nada, pero lo mismo que ese tampoco hace nada con su mano en tu mochila ;-)
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