Ya todo el mundo conoce las barbaridades que se cometían/cometen en África para el tráfico de diamantes. Son los llamados blood diamonds o diamantes manchados de sangre. Las quejas de diversas ONG han contribuido a la creación de un proceso de certificación para que los diamantes a la venta puedan ser localizados desde su punto de origen y así garantizar que no están producidos en circunstancias horribles.
Pues bien, lo que parece es que pocos conocen que el tráfico de rubíes (y el de zafiros también aunque en menor medida) también está manchando de sangre. Esta vez la sangre en su mayoría es la de los pobres birmanos. La solución: no compres rubíes ni otras piedras preciosas birmanas. Con ello ayudarás a que la Junta Militar de Myanmar (nombre actual de Birmania) se dé cuenta de que la inmoralidad conlleva consecuencias económicas. ¡Tal vez así algún día cambien su política!
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