En España, como uno de los pocos lugares del mundo, las personas tenemos dos apellidos, el del padre y el de la madre. En teoría es algo menos machista, porque se concede importancia también al apellido materno, aunque en la práctica como se pone el apellido paterno delante, el único que pasa a la segunda generación es el paterno, así que es como si desde el principio solo hubiéramos tenido un apellido.
Por otra parte, también supongo que en un intento de evitar el machismo, las mujeres al casarse conservan sus propios apellidos, no se cambian al apellido del marido. Lo que sí que se hacía antiguamente era decir "Señora de Pérez" si el marido era Pérez, aunque ella fuera la Señora López. Pero eso no cambia el hecho de que al final los hijos llevan el apellido del padre antes, y los nietos desde luego no llevan el de la abuela.
En Dinamarca solo tienen un apellido. En las escasas ocasiones que parecen tener dos, o bien es uno compuesto con un guión en medio, o más habitualmente lo que tienen es un nombre, un nombre intermedio (que no un apellido) y un apellido. Por supuesto, el apellido que se hereda es el del padre, y de hecho por ley antes al casarse todas las mujeres perdían su apellido y tomaban el apellido del esposo. Sin embargo ahora como consecuencia de la lucha de las mujeres por obtener igualdad, la ley ha cambiado hace unos años y ahora hay que solicitar el cambio de apellido, en lugar de al revés.
Pues bien, lo curioso es que la mayoría de las mujeres siguen cambiando sus apellidos al del esposo. Pero, los hombres en rara ocasión cambian su apellido al de las mujeres. Lo hacen cuando tienen ellos un apellido común (como Jensen, que es el de más de 1 millón de los 5 millones de daneses) y la mujer tiene uno raro y protegido (eso significa que solo su familia puede conceder el permiso para que otro lo lleve). El cambio se ve no obstante en que muchas mujeres ahora conservan su apellido como nombre intermedio.
A mí me parece que en sí mismo el cambiarse de apellido es innecesario. Y si necesariamente es la mujer la que tiene que hacerlo, en realidad es un asco. Pero si son ambos los que lo hacen o si hay algún otro motivo, entonces no me parece mal.
En mi caso, por ejemplo, me he cambiado el apellido al de K, pero he conservado los míos también. Eso me ayuda viviendo en Dinamarca, porque ahora me hace parecer más integrada y con el habitual rechazo contra los extranjeros de aquí siempre es una ayuda tener un nombre local. Además, para mí tiene un significado romántico, me hace sentir más unida y más en familia con él. Sin embargo, K no ha cambiado sus apellidos o añadido los míos, y eso a mí me parece en cierto modo una muestra de machismo por su parte. Él dice que se llama lo que se llama, que no puede cambiar su nombre. Pero a mí me parece que en el fondo se trata más bien de que un hombre no suele adoptar el apellido de su esposa. ¡Y es una pena!
No es por machismo, es por individualismo. Al menos es lo que pienso yo.
ResponderEliminarEso me ha recordado un comentario de uno de mi ex-empresa el otro dia. "Vosotros los espa~oles, que teneis 4 o 5 apellidos...". "Pero que dices, solo 2, el del padre y el de la madre". "Pues eso, que mas da"
ResponderEliminarBonito concepto...
Y por cierto, en Espa~a se puede elegir el orden de los apellidos ahora si no me equivoco. Asi que se pueden invertir si hace falta.
El caso es que hacer falta sí que hace, porque por mucho que sea legal ahora ordenarlos madre-padre, digo yo que prácticamente el 100% de los hijos con padre y madre conocidos y reconocidos reciben primero el apellido del padre y luego el de la madre. ¡Y eso es herencia machista!
ResponderEliminarEs que para cambiarlos de orden hay que pedirlo explicitamente. Y no se yo cuante gente lo sabra. Asi que si, machista en el fondo si que resulta.
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