Ayer por la tarde estuvimos con dos amigas de España que no habíamos visto desde octubre y, aunque no hicimos nada muy especial ni diferente, fue maravilloso. La maravilla surge del hecho de poder estar juntos otra vez los cuatro y poder pasar la tarde en su compañía. Y es que con ellas siempre es así, no hace falta nada para poder sentirse a gusto y bien, feliz por la compañía y sin tener que estar estresada por ser de tal o cual forma o por poder hacer que las cosas vayan bien. Eso sucede por sí mismo. Además, con ellas es con quien siento que puedo ser de verdad como soy, relajarme, hablar de las cosas que me interesan, reírme, hacer el payaso, preocuparme y contar mis histerias, lo que sea, todo tal y como y lo siento sin tener que agobiarme con si ahora esto es adecuado o no, si ahora esto que digo es raro, si mi forma de hablar es aburrida o si lo que me gusta es diferente o qué. Y no sé si soy yo o qué pero creo que a ellas les pasa algo similar, porque parece que el ambiente de verdad es relajado. Y sé que K con ellas se siente muy bien y muy relajado.
Es el verdadero placer de sentirse en compañía y querido siendo como uno es y ver que todo va sobre ruedas sin hacer ningún esfuerzo. Siempre que vuelvo a mi casa después de estar los cuatro juntos vengo con una sonrisa en la cara y una sensación de felicidad y amorcito que hace que sean de los mejores momentos y de los más preciados de mi vida.
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